Ripoll, gastronomía y cultura
Ripoll es un municipio que se encuentra en los Prepirineos, concretamente donde el río Ter cruza con el Freser, y es la capital de la comarca del Ripollés. Su estratégica situación hizo que fuese un lugar idóneo para la inmigración, convirtiéndose en una región plural y viva en consonancia con el entorno. Como pueblo industrial, ha respetado siempre la naturaleza, así como sus tradiciones, conservando de esta manera su cultura y patrimonio.
Los orígenes de la población se cree que se remontan a la Edad de Bronce, pues se han encontrado hachas y algún que otro dolmen que así lo testimonian. Sin embargo, la población de este territorio tuvo un peso más significante en el siglo IX. Es en esta época cuando se experimentó una aglutinación de gente. Esta llegada masiva de población a la zona fue como consecuencia de la construcción de un monasterio benedictino por parte de los francos, liderados por un personaje relevante en la historia catalana, Guifré el Pilós.
Ripoll es una villa repleta de historia y un elemento primordial en el legado identitario de Cataluña, tanto es así que se ha ganado el sobrenombre de “la cuna de Cataluña”.
Pero Ripoll es mucho más, es cultura, industria, naturaleza y gastronomía. ¿Os animáis a conocer esta población con mayor profundidad?
El Monasterio de Ripoll
El Monastario de Ripoll es uno de los monumentos más importantes existentes en nuestro país. Fue alzado en el año 879 por Guifré el Pilós tras haber conquistado el valle de Ripoll. No obstante, esta construcción benedictina no experimentará su máximo esplendor hasta la llegada del Abad Oliba.
Conocido también como el Monasterio de Santa María, ya que en el año 888 se consagró la primera iglesia dedicada a esta santa, su construcción supuso que la población se estableciese en su entorno y, al mismo tiempo, que el territorio creciera y se enriqueciese.
Dos años más tarde, en 890, se alzó la Iglesia de San Pedro, que serviría principalmente a la población y a los sirvientes.
El propio edificio creció de acuerdo con el territorio debido a la gran importancia del monasterio como centro cultural, pues acogía una biblioteca, un Scriptorium,… Es por ello por lo que se convirtió en unos de los principales centros espirituales y culturales de la Cataluña medieval.
Actualmente, uno de los atractivos más relevantes de este monasterio es la portada románica del siglo XII. Considerada como uno de los elementos románicos más importantes del mundo, es conocida también como “la Biblia en piedra” debido a su rica iconografía.
En el crucero y en los muros de la nave central del monasterio descansan las tumbas de muchos condes, entre las que cabe destacar la del fundador del centro, Guifré el Pilós.
El Scriptorium
El Abad Oliba fue el personaje que llevó el Monasterio de Ripoll a su época más esplendorosa impulsando la construcción del Scriptorium.
Era la sala del monasterio donde se copiaban destacados manuscritos y se traducían a diversos idiomas, como el árabe, el griego, el latín,…, Algunos de los manuscritos producidos en este espacio han gozado de gran relevancia en Europa.
Además, aquí se produjeron los primeros textos historiográficos catalanes. Cabe destacar la obra de Chronicos Rivipul·lenses y la Gesta comitium Barcimonensium et regum Aragonum.
De la escritura a la forja del hierro, la Farga Palau
El municipio de Ripoll, además de ser considerado la cuna de Cataluña, fué decisivo en la producción y trabajo del hierro en Cataluña.
La industria del hierro fue predominante en esta población. Su producción se fundamentaba en la fabricación de armas, concretamente cañones, cerrojos y encepadores. Sin embargo, más tarde aparecería otro tipo de industria, los claveteros, que eran los fabricantes de clavos.
La actividad era liderada por la Farga de Hierro, más conocida como la Farga Palau, una industria que fue concluyente para la obtención del hierro durante los siglos XVII y XVIII, y uno de los últimos ejemplos de la industria histórica catalana. Cerró sus puertas en el año 1978 aunque en la actualidad se pueden visitar sus instalaciones, que están abiertas al público.
El río Freser fue crucial en el funcionamiento de la Farga. La fábrica contaba con una acequia que recogía el agua del río. Posteriormente, ésta era almacenada en una balsa para poder mover la rueda hidráulica que accionaba, a su vez, los martinetes para forjar. Al mismo tiempo, las bombas hidráulicas generaban viento para mantener el fuego vivo del horno y de la fragua.
La cara dulce de Ripoll
Con respecto a la gastronomía, la comarca del Ripollés se caracteriza por la producción de dulces y galletas. Hemos de recordar que en Camprodón se fabrican unas conocidas galletas.
Ripoll también cuenta con sus delicias propias, las Moixaines y Caricias de Ripoll. Estos dulces son una especie de pastelitos elaborados con pasta de barquillo enrollada que envuelve una pasta de almendra y avellana.
El origen de estos dulces se remonta al siglo IX, cuando se crearon en honor a Sant Eudald. Será en el siglo XX cuando se recuperen y, en la actualidad, se pueden encontrar en todas las pastelerías del municipio en cualquier época del año. También se pueden comprar carquinyolis y almendrados.
Pero la oferta gastronómica de la región no se limita a los dulces, sino que también incluye productos característicos de la zona como, por ejemplo, las setas que abastecen los bosques del territorio o el cordero y el cabrito del Ripollés.
Capital de la cultura catalana
Ripoll ha sido designada como la ciudad que liderará la capitalidad de la Cultura Catalana a lo largo del año 2013, convirtiéndose así en un referente cultural.
Los ejes de la capital giran en torno a la “cuna de Cataluña” y la industria. No en vano, Ripoll ha visto pasar a personajes tan emblemáticos como Guifré el Pilós y el Abad Oliba, conserva un monasterio de una gran riqueza, junto a un patrimonio diverso, y mantiene sus tradiciones y una gastronomía propia.
Además, el municipio de Ripoll forma parte de variadas rutas turísticas, como la Ruta del Hierro, al tiempo que ofrece productos turísticos globales como es la “Tierra de Condes y Abades”, que vertebran el territorio.
Por ello, Ripoll acoge un CAT (Centro de Acogida Turística) dedicado al conde Guifré el Pilós, donde se explican algunos aspectos de este personaje tan relevante en la historia catalana.
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