Castillos medievales en el entorno del Montgrí

Castillo de Bellcaire

El castillo de Bellcaire d'Empordà fue, durante muchos años, un motivo de discordia entre los condes de Empúries y la monarquía. De hecho, los condes se quedaron en el castillo de Bellcaire y la monarquía, por su parte, comenzó a construir el castillo del Montgrí para hacer valer su poder. Sin embargo, no hizo falta terminarlo, ya que el rey se quedó finalmente con el castillo de Bellcaire.

Por este motivo, el castillo del Montgrí quedó a medias y, aún hoy, sigue contemplando el pueblo y el castillo de Bellcaire, que se encuentra situado en una colina y enmarcado por la sierra de Valldavià y al que se accede desde de cualquiera de sus callejuelas estrechas y empinadas.

El pueblo de Bellcaire d'Empordà presenta un conjunto arquitectónico restaurado de forma cuidadosa, por eso está declarado monumento nacional. La plaza del castillo presenta este edificio de planta cuadrada que está rodeado por un recinto exterior con torres de defensa redondas.

Actualmente, este edificio hace la función de ayuntamiento, al igual que la sala grande cambió su uso y ahora es la iglesia de San Juan.

Castillo del Montgrí

El macizo del Montgrí se muestra majestuoso en la zona y reclama nuestra atención, no sólo por la vista desde sus pies, sino también por la vista que ofrece desde arriba. Así pues, no podemos dejar de recomendar una excursión hasta el castillo del Montgrí o de Santa Catalina, nombre que recibe de la montaña donde está situado.

Todos hemos oído hablar previamente, y es que el castillo del Montgrí ha sido definido de distintas maneras. Por ejemplo, hay quien dice que es un faro de piedra que ilumina el Baix Empordà, ya que desde hace muchos años ha servido para orientar a los pescadores y agricultores de la zona; también se dice que es el pezón que sobresale de esta montaña; o, incluso, hay quien dice que ve la silueta de un obispo descansando en paz después de una larga vida y que aún luce su anillo, que representa el castillo.

El camino que nos lleva hasta arriba es el sendero GR-92 y nos hace pasar por campos baldíos donde aún encontramos antiguas terrazas y paredes de piedra seca donde había habido viñedos. Una vez el sendero sube, el camino se convierte en un pedregal que nos guía hasta los pies del castillo donde veremos los restos de la cantera que se utilizó para su construcción.

En este punto, la fortaleza construida en 1294 nos cuenta su función como punto de control del condado de Empúries por parte de la monarquía. Tal y como hemos dicho, su construcción quedó a medias ya que el condado de Barcelona consolidó su fuerza ante los condes de Empúries.

Desde el castillo del Montgrí

Una vez arriba, el único portal de acceso al castillo del Montgrí se encuentra en la fachada principal. Está formado por un arco de medio punto soportado por unas grandes dovelas que nos indican la transición de la construcción arquitectónica a caballo de la época románica y la gótica que queda patente en los detalles que nos muestra esta construcción a medias y que, si se hubiera terminado de construir ahora no apreciaríamos.

En su interior se encuentran las grandes cisternas que se habían preparado para abastecer las tropas acosadoras del condado de Empúries. También encontramos estancias en las torres redondas de cada ángulo del castillo, además de unas escaleras de caracol que nos dejan llegar a la parte superior de los muros y las torres. Las vistas desde aquí arriba son fantásticas y nos permiten ver el pueblo de Torroella de Montgrí, el río Ter, el golfo de Roses, el cabo de Creus, el Estartit y las Islas Medas.

Castillo de Verges

Para terminar esta ruta, nos dirigiremos hacia el último punto de visita: el castillo de Verges donde nos adentraremos en esta villa rodeada de aire medieval con las antiguas murallas y torres aún en pie. El río Ter dio vida al pueblo por nacer y crecer y hoy en día todavía las aguas de la acequia del Molino surcan las casas que se encuentran junto a la muralla.

La parte más antigua del pueblo de Verges se encuentra amurallada con las aberturas de las puertas de entrada a la plaza Mayor y dos torres, una de cuadrada y otra redonda, construidas en el siglo XIII y XV respectivamente.

Del castillo de Verges que fue construido en el siglo XII y que dio origen a la población quedan pocas muestras. Sólo queda una de las paredes que hoy sostiene el ayuntamiento y que junto con la plaza de delante y las escuelas forman la zona amurallada.

Dentro muralla también encontramos la iglesia parroquial de San Julián y Santa Basilia que aún conserva la nave y una parte del ábside de la antigua iglesia románica.

La sopa de Verges

Las tradiciones que se conservan en estas poblaciones, tal como hemos visto anteriormente, tienen un referente claro de su pasado medieval. En el caso de Verges, una de las fiestas más tradicionales está relacionada a la costumbre que tenía el señor feudal del territorio que daba de comer a la gente del pueblo.

Esta tradición se recupera cada martes de Carnaval. Entonces se hace una sopa que se cocina con lo que se adquiere durante la pasada de la sopa que consiste en ir casa por casa y agrupar los ingredientes necesarios para hacerla. Desde patatas, garbanzos o carne y en algunos casos, incluso, dinero para los gastos.

Una vez cocinada, los habitantes y visitantes de la población prueban la sopa cocinada con todos los ingredientes recogidos y que en época de frío apetece tanto.

La Procesión de Verges

Esta tradición es conocida en todo el territorio y, de hecho, tenemos una explicación más extensa en nuestra ruta de Las Pasiones que te recomendamos visitar para descubrir todo lo que nos ofrecen las fiestas de la Semana Santa en Cataluña.

La Procesión de Verges se lleva a cabo el Jueves Santo y su parte más famosa y conocida es la que representa el cuadro de la Danza de la Muerte en la que diez esqueletos bailan al son del tambor que acompasa los símbolos de la ceniza, la guadaña, el reloj y la bandera, indicando respectivamente, el polvo en el convertiremos, la herramienta para recoger los frutos que nos da la vida, el paso del tiempo y la presencia constante de la muerte frente a los hombres, sin excepción.