Ruta de las colonias téxtiles en el Berguedà

A finales del siglo XVIII los territorios rurales alejados de la gran ciudad y por los cuales trascurría el río eran el punto de mira de muchos fabricantes de la época con objeto de instalar una industria textil ya que de esta manera aprovechaban la fuerza del agua para hacer funcionar la maquinaria y ahorraban, económicamente hablando, energía.

Con las instalaciones de estas industrias se inició el nacimiento y la evolución de las colonias textiles ya que la apertura de las fábricas implicó crear viviendas para que los obreros tuviesen un hogar, la vida de los cuales se limitaba a este entorno.

La comarca del Berguedà fue uno de estos territorios, donde en un tramo de 20 kilómetros trazados por el río se llegaron a instalar hasta 15 colonias textiles diferentes. De hecho, el asentamiento de estas fábricas generó una evolución económica y social de gran impacto para la comarca.

Hoy en día, de estas colonias queda un paisaje tranquilo y calmado donde predominan los bosques de ribera, que son la controversia de lo que habían sido antiguamente. Pero aún se encuentran las construcciones que han sido testigos de las colonias y recuerdan muchos años de trabajo y de vidas distintas.

La colonia Rosal, la colonia Vidal, la colonia Viladomiu… todas son ejemplos de este hecho histórico y en todas os podéis pasear por el legado patrimonial que conservan y conocer el ambiente que se vivía hace años, allí; el ir con prisas del trabajo a casa y de casa al trabajo viviendo sumergidos en una “paz social”.

Unas historias que dejaron huella a la comarca del Berguedà!

El modelo de vida de las colonias

Una colonia industrial acogía a todo un pueblo que se dedicaba a la producción de tejidos algodoneros en base a la magnitud de la fábrica.

Como la colonia se ubicaba en espacios rurales alejados de los núcleos de población y próximos al río, y como las comunicaciones que existían entonces no eran como las de hoy en día, se construían viviendas en el entorno de la fábrica con la finalidad de proporcionar alojamiento a los trabajadores.

Habitualmente, estos dos espacios se diferencian a simple vista. ¡Sólo hace falta pasear por cualquier colonia! Por un lado estaba la fábrica y los elementos que la componen –turbinas, presa…– y por el otro, las viviendas y los servicios –escuela, iglesia, café…–. También, a menudo, se diferenciaba un tercer espacio, la Torre de l'Amo (torre del Dueño). Esta torre se encuentra en el punto más alto de la colonia y era la casa donde se alojaba el propietario o su familia cuando visitaban la fábrica para asegurar su buen funcionamiento, ya que muchas veces estos no vivían en la colonia.

En este aspecto, la iglesia también se encontraba en un punto álgido de la colonia ya que era uno de los espacios principales donde transcurría gran parte de la vida de sus habitantes. No obstante hay que aclarar que cada colonia era distinta y contaba con su propia estructura. Algunas viviendas se encontraban más alejadas de la fábrica que de otras, algunas contaban con más o menos servicios, etc.

Las viviendas de las familias trabajadoras formaban, habitualmente, bloques de pisos de dos o tres plantas que se dividían en hogares de 50 a 80m2 con cocina, comedor y habitaciones. Los baños se encontraban situados en unas galerías exteriores.

Las viviendas se convirtieron en uno de los espacios principales de la colonia y su calle se conocía como “la calle de los pisos” y era donde se ubicaban distintos establecimientos de servicios; el horno, la tienda, el café…

Las familias que residían en la colonia y que ocupaban las viviendas estaban comprometidas con el trabajo de la fábrica. Siempre que había algún miembro que ya pudiera trabajar era enviado a trabajar allí. En este sentido, los obreros y obreras no sólo trabajaban en estos espacios sino que también residían y transcurrían sus vidas conjuntamente con la familia.

La primera colonia del Berguedà, la colonia Rosal

El nacimiento de las colonias textiles en la comarca del Berguedà, que da pie a 15 industrias distintas, se inició con la instalación de la colonia Rosal. La colonia era propiedad de la familia Rosal, que compró en el año 1858 unos terrenos próximos a la localidad de Berga al pié del río Llobregat.

Apuntar que el propietario, además de un terreno, necessitaba disponer de la concesión de un salto de agua para poder construir la fábrica, ya que este salto le permitiría obtener la energía necesaria para el funcionamiento de las máquinas de la fábrica.

Esta colonia, que realizaba hilado, tejido, acabados y tintes, dejó huella en la comarca berguedana. No sólo por ser la primera que se ubicó en la zona sino porqué fue la que tuvo un mayor número de trabajadores. Se dice que llegaron a trabajar allí más de mil personas.

Además, la familia Rosal fue una de las impulsoras para que el ferrocarril llegara a esta comarca. Es cierto que lo hicieron en beneficio de la fábrica ya que necesitaban que ésta estuviera conectada con Barcelona para una mejor comercialización de su producción y para recibir materias primeras para la elaboración, pero, indirectamente, benefició a todo el territorio.

Así pues, Cal Rosal tuvo una estación propia a partir del año 1887.

La familia Viladomiu

La familia Viladomiu fue una de las familias más conocidas e importantes del Berguedà ya que fue propietaria de cuatro colonias distintas: Viladomiu Vell, Cal Marçal, Viladomiu Nou y el Guixaró.

Los Viladomiu fueron una familia con tradición textil ya que durante el siglo XVII eran conocidos como vendedores de lana y tejedores. Y, también, el padre del fundador de Viladomiu Vell, anteriormente, realizó negocios relacionados con el mundo del hilado y el tejido.

La primera colonia que construyeron fue Viladomiu Vell en la llanura de Sant Marc en el año 1871. Esta colonia fue importante por el amplio número de servicios que ofrecía a sus obreros; viviendas, carnicería, sastrería, escuela, hostal, teatro, campo de fútbol, iglesia…

También es destacable la colonia Viladomiu Nou, que también se encuentra al sur de Gironella y próxima a Viladomiu Vell, ya que fue una de las colonias que, en los años 70, para combatir la crisis, recibía autocares llenos de gente que no formaban parte de la colonia pero que se desplazaban allí para trabajar. Pero, finalmente, tuvo que cerrar sus puertas.

Actualmente, en la torre del propietario de Viladomiu Nou se encuentra una oficina de turismo del Parc Fluvial del Llobregat.

La colonia Vidal de Puig-reig

En los alrededores del municipio de Puig-reig se llegaron a ubicar hasta siete colonias industriales, lo que permitío que Puig-reig fuese la primera localidad a la que llegó el ferrocarril.

Una de las siete colonias más destacables de Puig-reig y quizás la más conocida del Parc fluvial del Llobregat es la Colonia Vidal. Ésta fue la última que se abrió en el Berguedà, en el 1900. El lugar donde se encuentra ubicada era el único espacio que quedaba vacío entre la colonia Rosal y Navàs. El resto estaba ocupado por otras colonias.

Actualmente, en esta colonia se puede hacer una visita guiada muy recomendable, y conocer cómo era su funcionamiento y el proceso de producción. También, se puede acceder a un piso de una familia obrera, a la escuela o a la biblioteca, entre otros espacios. Así como pasearse por la calle de Sant Ignasi, que fue la primera que se construyó.

Como curiosidad cabe destacar el Teatro que fue inaugurado en 1947 y que es una réplica en miniatura del Gran Teatro del Liceo, aunque actualmente está en ruinas debido a un Incendio.

En la entrada de la colonia, frente a la iglesia, se encuentra el Museo de la Colònia Vidal, que ofrece visitas guiadas por la colonia. También, lo que fue la antigua estación de tren (próxima a la C-16) se ha convertido, hoy en día, en la puerta de entrada a las colonias textiles del Llobregat ya que acoge una oficina de turismo.

Los motivos de asentamiento de las colonias

El porqué los empresarios escogieron estos territorios para ubicar sus industrias va más allá de aprovechar la fuerza del salto del agua para convertirla en energía con la finalidad de hacer funcionar la maquinaria. Aunque éste era el principal objetivo.

También, la localización de la fábrica al pie de un río aportaba múltiples beneficios. Por ejemplo, la humedad que el río generaba era beneficiosa para la industria textil sobretodo por lo que se refiere a la producción de hilo.

Además, los territorios escogidos por donde transcurría el río eran de carácter rural y se encontraban alejados de la ciudad. Esto permitía tener controlado al trabajador y crear un ambiente estable de trabajo y vida enmarcado en la “paz social” y en el paternalismo industrial, evitando, pues, los conflictos sociales que, por ejemplo, se generaban en las grandes ciudades como Barcelona.

El paternalismo era una manera de controlar a los obreros con el abastecimiento de servicios a la colonia que entretenían a los trabajadores en el poco tiempo de ocio que tenían.

Estos territorios al encontrarse aislados de las grandes urbes eran terrenos que tenían poco valor económico y se podían comprar espacios amplios a un módico y escaso precio. Además, se aprovechaban de exenciones fiscales para trabajar en esta zona.

Por la misma razón, como se trataba de territorios rurales existía mucha mano de obra disponible derivada de los payeses que vivían en la miseria como consecuencia de no poderse ganar la vida en el campo y preferían trabajar en una fábrica 12 horas diarias y tener así un salario a final de mes. Además, esta población contaba con tradiciones basadas en el textil y conocían este mundo.

Por lo tanto, los motivos de la localización de las industrias en estos espacios eran del todo diversos y de diferente carácter: geográficos, económicos y sociales.