150 años del ferrocarril de Tarragona a Martorell
En 2015 se cumplieron 150 años de la llegada del ferrocarril que conectaba las tierras del Penedés y Tarragona con Barcelona. Esta construcción supuso la conexión, mediante vía férrea, de dos de las capitales catalanas, Tarragona y Barcelona, la cual era inexistente hasta el momento.
El tren partía, originariamente, desde Tarragona y pasaba por las estaciones de Altafulla, Torredembarra, El Vendrell, L'Arboç, Els Monjos, Vilafranca del Penedès, La Granada, Sant Sadurní d'Anoia y Gelida hasta llegar, finalmente, a Martorell.
Municipios de la ruta
Durante el año 2015 se conmemoró esta efeméride por parte de once entidades diversas que tienen en común recuperar el patrimonio ferroviario - Instituto de Estudios Penedesencs, Amigos del Ferrocarril del Penedès, Centro de Estudios de Altafulla, Port de Tarragona, Centro de Estudios Sinibald de Mas de Torredembarra, Amigos de la Historia de el Vendrell, Archivo Comarcal del Baix Penedès, Asociación Cultural Ferroviaria de Tarragona y Amigos del Ferrocarril de Martorell -, las cuales programaron diferentes actos a lo largo del año como, por ejemplo, la puesta en marcha de un tren conmemorativo que realizó exactamente el mismo recorrido originario. También generaron material diverso, del cual se puede hacer uso hoy en día.
La llegada del ferrocarril y la ruta que éste seguía representó una revolución en el transporte terrestre y propició muchos cambios en el territorio, tanto paisajísticos y de comunicación como económicos, sociales y urbanísticos. A continuación os desvelamos más secretos sobre la construcción y llegada de esta ruta ferroviaria con más de un siglo de existencia.
La conexión Martorell - Tarragona
El 15 de abril de 1865 se inauguró la línea de ferrocarril que conectaba Tarragona con Barcelona. En realidad, se pensaba que esta entraría en funcionamiento un año antes, concretamente el 30 de junio de 1864, pero se produjeron diferentes incidentes que lo retrasaron como, por ejemplo, el hundimiento de tierras en la trinchera de La Granada. Presumiblemente, todo ello se debía a una falta de planificación de la época en el diseño de las grandes líneas de ferrocarril.
Sin embargo, ya circulaban trenes desde 1853 entre Barcelona y Molins de Rei; desde Molins de Rei hasta Castellbisbal, en 1856; y desde Castellbisbal a Martorell, desde el 1859. También, Tarragona contaba, desde marzo de 1865, con línea dirección a Valencia.
La empresa encargada de las obras del tramo Tarragona - Martorell fue "Camino de Hierro del Centro" que se constituyó en 1853 para llevar a cabo el proyecto.
Además de las dificultades en la construcción de la obra, también se produjo alguna polémica en el camino. En noviembre de 1852 se concedió el ferrocarril de Martorell hasta Reus, pasando por Valls, aunque en 1851 ya se había concedido, provisionalmente, la construcción de un ferrocarril de Barcelona a Tarragona.
También generó polémica el hecho de que el tren para ir a Barcelona pasara por Vilafranca en lugar de por Vilanova. Siempre ha existido rivalidad entre estas dos poblaciones - Vilafranca y Vilanova - y este tema generó, de nuevo, ruido. Hacer pasar el tren por Vilanova suponía un camino difícil que implicaba abrir la costa del Garraf y esta era una tarea compleja, así como costosa. De hecho, no fue hasta 1881 que se pudo realizar este trayecto por vía férrea, gracias, en parte, a las inversiones privadas.
Desde la puesta en marcha del tramo Tarragona - Martorell salían dos trenes diarios, uno por la mañana y el otro por la tarde, en las dos direcciones. Esta situación cambió a los pocos meses cuando la frecuencia aumentó. Desde ese momento incrementaron el paso notable de trenes sobre todo de animales y de soldados del cuartel de Vilafranca del Penedès.
El año 1881 llegó, también, el ferrocarril a Vilanova y la Geltrú. Este hecho hizo duplicar el número de trenes en dirección a Tarragona, aunque los que partían de esta estación se dirigían hacia Valls.
Con el paso del tiempo también cambiaron los tipos de locomotoras. Las primeras eran de vapor y funcionaban con carbón. Pero, más adelante se sustituyeron por las de gasóleo y fuel. El encanto de las viejas locomotoras caracterizadas por una chimenea que echaba humo se acabó, definitivamente, con la electrificación de la red.
"Pasajeros, al tren!"
Cuando se inauguró la línea Martorell - Tarragona, este tren hacía parada en once estaciones diversas; Tarragona, Altafulla, Torredembarra, El Vendrell, L'Arboç, Santa Margarida i els Monjos, Vilafranca del Penedès, La Granada, Sant Sadurní d'Anoia, Gelida y Martorell.
Durante la construcción de la línea ferroviaria, Tarragona ya contaba con una estación entre esta ciudad y Reus, y Martorell también disponía de conexiones hacia Barcelona. Pero no contaban con ningún tren que comunicara estas dos ciudades ni las dos capitales catalanas - Tarragona y Barcelona -, he aquí el motivo de la construcción de esta línea.
Las paradas pasaron a ser doce al cabo de, aproximadamente, veinte años (1887), ya que se construyó la estación de Sant Vicenç de Calders que se encuentra dentro del término municipal de El Vendrell y que posibilitó enlazar la línea de ferrocarril interior con la de la costa. Las estaciones y paradas se incrementaron, una vez más, con la construcción del apeadero de Lavern - Subirats.
Inicialmente, en este nuevo recorrido estrenado en 1865, se contaba con una vía única, aunque con el aumento de nuevas circulaciones esta se duplicó. Así, entre el 1926 y el 1930 la segunda vía era existente entre Tarragona y Sant Vicenç de Calders. Este hecho no se reprodujo en el tramo Sant Vicenç de Calders - Martorell, ya que con la existencia de la línea ferroviaria de costa que pasaba por Vilanova y la Geltrú éste dejó de tener protagonismo y se convirtió en un tramo de segunda. Sin embargo, finalmente, a la mitad de los años 80 y 90 pudieron contar con doble vía.
Citar como anecdótico que, durante la conmemoración del 150 aniversario de la línea Martorell - Tarragona, el compositor Carlos Sanz creó un conjunto de piezas musicales breves cada una de ellas dedicadas a las poblaciones donde la línea hacía parada.
El impacto en el territorio
La llegada del tren fue vista por algunos como un monstruo que hacía un ruido espantoso y que no paraba de sacar mucho humo, por algunos otros como un caballo con ruedas que iba a gran velocidad y otros lo recibieron como una máquina feroz que les hacía competencia. Sin embargo, para todos ellos, la línea ferroviaria con el trayecto Tarragona - Martorell, además de suponer una mejora en las conexiones y el transporte, fue un motor de cambio en sus vidas.
Las vías y las barras de hierro que las conforman fueron transformando el paisaje para dar paso a un transporte, hasta el momento, más veloz a los existentes que se movían por caminos y carreteras.
Este nuevos caminos beneficiaron la actividad económica, especialmente la vitivinícola y agraria, del Penedès y el Tarragonès, ya que las empresas encontraron nuevas vías de comercialización y exportación pudiendo llegar a los dos puertos catalanes más importantes, el de Tarragona y el de Barcelona. Además, incentivó la aparición de nuevos negocios y empresarios y generó en el caso, por ejemplo, de Vilafranca del Penedès que ubicaran almacenes de vino alrededor de la estación municipal.
En un ámbito más personal y social, la gente se fue familiarizando con este nuevo transporte, el cual se convirtió indispensable en sus vidas cotidianas.
La línea ferroviaria entre Tarragona y Martorell supuso una revolución industrial en todos los aspectos. Sin embargo, con la aparición de la nueva línea de costa que pasaba por Vilanova y la Geltrú, esta conexión perdió importancia y protagonismo. Hoy día, por ejemplo, sólo utilizan esta línea de trenes, para transportar mercancías, una docena de empresas, entre ellas Seat de Martorell.
Por otra parte, ésta se ha visto obligada a convivir, también, con los Trenes de Alta Velocidad, para los que se han construido, en algunos tramos, líneas paralelas.
Parada y fonda
"Parada y fonda" es una expresión conocida y extendida popularmente. Esta expresión hace alusión a la dura vida de los maquinistas y ferroviarios. Con los largos trayectos que realizaban valoraban el hecho de reunirse con los compañeros de trabajo durante las paradas y poder comer juntos alrededor de una buena olla ferroviaria.
La olla ferroviaria era un estofado con carne de ternera, verduras y patatas.
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