Alp

El municipio de Alp goza de una situación estratégica, ubicado en la parte sur y más oriental de la comarca de la Cerdanya. Tiene una superficie de 44,3 km2 que comprende desde la llanura ceretana hasta la Collada de Toses y cuenta con una compleja orografía con grandes extensiones de bosques, terreno alpino, extensas zonas de pasto y cultivos,... en definitiva, un paisaje incomparable.

El pueblo de Alp se encuentra emplazado en la llanura, a 1.159 m de altura, a la salida del valle del río que lleva el mismo nombre y los pies de la Tosa. El pueblo, es un núcleo urbano pintoresco, que cuenta con la Iglesia de San Pedro de origen románico. En las afueras se encuentra el singular edificio de la Torre de Río, una masía fortificada de origen medieval, que a finales del siglo XIX fue transformado en castillo de inspiración romántica. La Molina y Masella son las otras dos poblaciones que se ubican en el municipio, de creación más reciente, a raíz del desarrollo de las pistas de esquí.

Alp es hoy un municipio vivo, abocado casi exclusivamente al turismo, ya que dentro de su término municipal hay dos de las estaciones de invierno más importantes de Europa: La Molina y Masella que conforman uno de los dominios esquiables más importante de Pirineos: Alp2500. El esquí es la esencia de esta orientación turística, pero son muchas las actividades deportivas que ofrece el municipio a lo largo del año. Una red de senderos de más de 50 km señalizados nos permite descubrir el atractivo natural. El término municipal integra una pequeña parte del Parque Natural Cadí-Moixeró y de la Reserva Nacional de Caza de la Cerdanya.

Aparte de su interés natural y deportivo, Alp es un municipio activo culturalmente organizando en el transcurso de todo el año numerosas actividades y eventos. La gastronomía es uno de los valores del municipio, y se encuentra en la gran cantidad de excelentes restaurantes que se ubican.

La Historia de Alp

La riqueza natural del paraje y su emplazamiento estratégico en uno de los puntos de entrada en la Cerdanya, hacen del término de Alp un espacio habitado por el hombre desde la prehistoria.

El dolmen del Paborde es uno de los primeros vestigios de presencia humana. Es un sepulcro megalítico de cámara pirenaica construido entre el 2000 y el 1800 a. C., está situado cerca del barrio de la Estación de la Molina.

La parroquia de Alp se documenta por primera vez en el año 863 como una iglesia dedicada a Santa María. Posteriormente aparecerá siempre bajo la advocación de San Pedro. Tenemos noticia de que a principios del siglo XII San Pedro de Alp acogía a una pequeña comunidad de clérigos. Las dotaciones que hicieron los nobles de la época la convirtieron en una de las iglesias más ricas de la región. En cuanto al edificio, se trata de una iglesia alto medieval (s. XI) con una estructura de planta basilical de tres naves, característica que la hace única en Cerdanya. Debido a las múltiples guerras que la población ha sufrido a lo largo de los siglos San Pedro de Alp se encuentra hoy muy transformada. En el interior destaca una pintura gótica del siglo XIV con la imagen de San Cristóbal.

El poblamiento en el valle de la Molina a finales del primer milenio era notable. A pocos kilómetros de la Torre de Río encontramos los vestigios del antiguo monasterio de Sant Hilari y Sant Esteve de Umfred (o Riudred) vinculado al cenobio de San Saturnino de Tavèrnoles (Alt Urgell). Actualmente sólo quedan muros derruidos y un fragmento de pared trabajada con opus spicatum. En el valle de la Molina había también las parroquias de San Vicente de Sagramorta, iris de Saltèguet y Santa Maria de Oveja, tres núcleos que fueron abandonados por sus habitantes en el siglo XVII coincidiendo con una época de caída demográfica en toda la Cerdanya.

En el lugar llamado Malpàs, justo cuando después del desfiladero se abre el plano de la Molina, encontramos la Torrassa fechada a finales del siglo XII. Se trata de una construcción de uso defensivo de planta cuadrada con aspilleras. Actualmente la carretera N-260 pasa por el lado de la Torrassa. La panorámica que se contempla nos hace ver como de estratégico es este punto de control.

Como hemos dicho más arriba, la abundancia de recursos naturales que tiene el término de Alp ha sido una de las claves para el establecimiento de la gente en el territorio. La montaña de Saltèguet, propiedad del Ayuntamiento de Puigcerdà desde el siglo XIV, y la montaña de la Tosa proporcionaban madera, leña, carbón vegetal, caza, pastos y tierras fértiles en abundancia, un recursos que se han aprovechado desde época prehistórica hasta la fecha. El nombre de la Molina proviene precisamente de una antigua serrería de madera. Aunque desconocemos el emplazamiento exacto de esta industria, debía situarse cerca de los bosques donde se hacía la extracción de madera y al borde de un torrente para utilizar la fuerza del agua para serrar los grandes troncos y poderlos transportar.

Si hablamos de patrimonio no podemos terminar este repaso sin mencionar la Torre de Río, una de las grandes propiedades de la Cerdanya. La finca tiene su origen en una masía fortificada documentado ya en época medieval. La casa tiene anexa una capilla donde hasta la Guerra Civil se veneraba la imagen de la Virgen de Oveja, patrona de los pastores. A finales del siglo XIX fue transformada por sus propietarios en el castillo de inspiración romántica que podemos contemplar hoy.

A inicios del siglo XX pero sobre todo con la llegada del ferrocarril en 1922, comienza a crecer y consolidarse una nueva actividad económica: el turismo y los deportes de invierno. A pesar de que estas actividades han cambiado en gran medida la fisonomía del municipio, el patrimonio histórico nos recuerda cómo vivían los habitantes de estos parajes en el pasado.