De ruta por Bellver de Cerdanya
En el corazón del Pirineo catalán, en la dividida comarca de la Cerdanya y formando parte de la subcomarca de la Batllia, con el alma entre leridana y gerundense, se alza desde el año 1225 Bellver de Cerdanya. Su barrio antiguo conserva la esencia medieval con la que nació, y es lo que hoy nos disponemos a descubrir. Murallas y calles con casas de piedra, caminos de ronda, plazas con panorámicas de los alrededores... Unos entornos que cautivaron nombres ilustres como el del poeta Gustavo Adolfo Bécquer... y también a nosotros!
Acercándonos a la villa, ya desde lejos, la vemos allí, elevada sobre la llanura de la Cerdanya. No hace falta ser un gran estratega para deducir que aquel monte, conocido tiempo atrás como Bello vedere, podía ser un buen lugar de vigilancia. Si a esto le sumamos que el cerro en cuestión se encontraba en pleno camino real entre los condados de Conflent y de Urgell, ya tenemos todos los ingredientes para hacer un castillo. Y fue cuestión de tiempo que al abrigo de la fortificación se levantaran casas, y el resultado no fue otro que un núcleo al que el conde vitalicio de Rosellón y Cerdaña, Nunó Sanç, otorgó la Carta de Población en 1225.
Desde entonces, está claro, Bellver ha cambiado mucho, pero la estructura de sus calles más antiguas no difiere mucho de la que debían conocer los habitantes de la Edad Media, como también se conservan tramos de las murallas. O una magnífica torre de planta cuadrada, la de la Prisión, donde iniciaremos nuestro recorrido. Se llama así porque durante bastante tiempo tubo esta función, pero en un principio fue la torre de defensa -lo demuestran sus estrechas troneras de una de las dos puertas de la muralla, la del portal de Cerdanya, por las que los bellverencs entraban y salían. La muralla, que encontraremos aquí y allá, la impulsó Jaume II de Mallorca, alrededor de 1277.
Las escaleras de la subida de Joan Alay nos transportan al pasado, por las calles y las casas de piedra que, a pesar de las reformas, han mantenido el encanto. Lo podemos ver claramente en la calle del Medio. Curiosamente este vial se llamó inicialmente de Jussà, es decir, de bajo, ya que era por donde la muralla meridional cerraba la villa. Es una calle larga, que va recorriendo el cerro y donde encontramos bonitos portales y algunos dinteles en las puertas indicando el año de construcción. También se conservan anillas de hierro en las fachadas que servían para atar el ganado. Llegados a la calle de Mateu Riu i Bach, si miramos a la izquierda veremos el desnivel que ya llevamos acumulado respecto a la calle de abajo, la de Batllia, donde se encontraba el foso de la muralla; y si miramos a la derecha comprobaremos que todavía tendremos que subir un poco más para llegar al centro de este casco antiguo y rectangular que se va dibujando sobre el cerro.
Luchas entre nyerros y cadells
También a la derecha quedan dos calles muy estrechas y repletas de historia: la del Cadell y la del Nyerro. Hoy estos dos nombres quizás no nos dicen casi nada, pero durante muchos siglos fueron dos bandos que dominaban los caminos del Principado y atemorizaban a la población, que debía tomar partido por unos o por otros.
Se considera que los Nyerros defendían los derechos de los señores, y los Cadells los de los campesinos y ciudadanos. Mantuvieron luchas en muchos puntos del país, y uno de los lugares donde más fue en la Cerdanya, ya que algunos de los bandoleros más conocidos de los que se nutrían para asaltar caminos, sobre todo los Cadells, fueron de esta comarca, como Galceran Cadell el Bastard, Vicenç Tasquer, Perot Millet lo Milletó o Gabriel Torner Boca Negra. Estos viales escalonados datan de los siglos XVI y XVII, y lo que podemos hacer es subir por el del Cadell, pasar por la calle del Fossar, y bajar por la calle del Nyerro, y así volvemos a la calle del Medio, que seguimos hasta la plaza del Abad Oliba (a un lado habremos dejado la calle de Guifré el Pilós), un espacio abierto donde posiblemente había una torre de defensa, y hoy un magnífico mirador sobre parte de la comarca. Vemos desde aquí bosques, pequeños núcleos que también forman parte del municipio de Bellver, el Cadí...
Podemos ahora tomar la calle del Castillo y salir fuera de los límites de la muralla, en el llamado portal del Baridà (la otra puerta de entrada que había) y el parque de Poniente, un espacio remodelado y recuperado no hace muchos años, una zona verde desde la que podemos observar las rocas originales del monte, y también un hueco entre estas que no es otra cosa que un almacén de munición que hicieron las tropas francesas cuando ocuparon la Cerdanya entre el 1692 y 1698. Realmente, cada paso que hacemos por Bellver es un nido de historia que demuestra la importancia estratégica del lugar. Subiendo las escaleras encontraremos lo único que nos queda del castillo medieval: una cisterna.
El jardín con plantas medicinales
Pero bueno, tampoco nos sabrá tan mal no poder conocer más del castillo, ya que donde se asentaba hoy tenemos el mirador de Jaume Vila, desde donde podemos ver toda la zona que contornea Bellver, y el río Segre haciendo su curso. Lo que haremos ahora es volver a adentrarnos en el interior de la ciudad para descubrir la plaza del Castillo, donde veremos una casa con elementos pintados de aciano, ya que se creía que de esta manera se impedía la entrada a las brujas, y también la casa de Cal Travesseres, actualmente equipamiento cultural. Aquí está también la caseta de una conocida compañía de comunicación, que durante años colocó una antena de telefonía sobre él y que era todo un atentado a la vista y a la estética del Barrio Antiguo, y que ahora está un poco más disimulada...
Si os parece volvemos cerca de la muralla, ya que así haremos el agradable camino de ronda, y vamos a salir a la plaza de los Condes de Cerdaña, justo detrás del Ayuntamiento, y que mantiene el aspecto medieval. De allí hasta el jardín de Ca les Monges sólo hay un paso. Se encuentra al abrigo de la iglesia. No nos dé miedo cruzar la puerta y dar una vuelta, para sentir los olores de la lavanda, el orégano o tomillo. Este jardín de plantas medicinales forma parte del Museo del Bosque de Bellver de Cerdanya.
Saliendo, nos encontraremos en frente de la iglesia. Es la parroquia de Sant Jaume, patrón de Bellver, y se tienen referencias desde el siglo XIII, aunque se puede observar fácilmente que se ha ido restaurando y haciendo obras de mantenimiento, y su aspecto hoy es impecable. Así como el de su torre-campanario, que se alzó entre el 1.767 y el 1.769, como se nos "informa" en la misma construcción si nos fijamos bien. La iglesia posiblemente se encuentra en el mismo lugar donde ya se ubicaba la capilla del castillo, que se sabe que estaba dedicada a San Vicente. Si tiene la oportunidad (no siempre está abierta) entre en su interior, ya que tiene varias obras de gran interés, comenzando por la propia cubierta de la nave central, un magnífico artesanado de madera.
Buscando a Bécquer
Si leéis la leyenda La cruz del diablo de Gustavo Adolfo Bécquer veréis descritos algunos de los lugares por los que estamos pasando. Y es que el conocido poeta y narrador hizo estancia en Bellver en 1860, en concreto en Cal Patanó. Una placa en su fachada así lo recuerda. Después volveremos, pero primero entramos en la plaza Mayor, uno de los lugares de Bellver que más se menciona en la leyenda de Bécquer, y sin duda el centro del Barrio Antiguo. Existente ya en el siglo XIV, en la plaza Mayor del 27 de abril (ese es su nombre completo) se han llevado a cabo a lo largo de los siglos un gran número de actos sociales e importantes, tales como el mercado semanal, las ferias, actividades de la fiesta mayor o de Carnaval... o también juicios de la Inquisición! La plaza es porticada y tiene edificios que son historia de la ciudad, como la antigua farmacia, el de la aduana donde se cobraba a los mercaderes, o la Casa del Común, hoy sede del Ayuntamiento. En cuanto a la fecha del 27 de abril, esta se debe a los hechos que tuvieron lugar en plena guerra civil, el día 27 de abril de 1937, cuando grupos de anarquistas asaltaron Bellver y los vecinos se opusieron y salieron vencedores. Resultó muerto el capitán de los anarquistas, Antonio Martín, el Cojo de Málaga.
Vamos terminando nuestra caminata. Recomendamos ir a conocer la plaza de Gustavo Adolfo Bécquer (encontrará un refugio antiaéreo de la guerra civil excavado en la roca y otro agujero para la munición de los franceses) y el parque de Levante.
Pero para no desviarnos mucho ahora del recorrido, y terminar en el mismo punto donde hemos comenzado, lo que haremos es tomar la calle de la Iglesia y pasar junto a Ca les Monges. Las religiosas de la orden de la Sagrada Familia se instalaron en Bellver en el siglo XIX, y a lo largo de un centenar de años fueron cruciales para la formación de las niñas ballverenques. Hoy este es un edificio municipal que acoge, entre otras, una sala de exposiciones y el Centro de Información y Recepción del Parque Natural del Cadí-Moixeró. Bajando las escaleras pasaremos por la calle de la Amargura, donde está la casa que hemos mencionado y que alojó a Bécquer, Cal Patanó, y allí mismo la subida de Joan Alay y la torre de la Cárcel, firme e imperturbable al paso de los acontecimientos que han tenido lugar en su alrededor a lo largo de los siglos.
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