Persiguiendo tesoros modernistas en el Alt Penedès, el Garraf y el Baix Llobregat en coche eléctrico

Vilafranca del Penedès, un legado modernista entre vinos y viñedos

El punto de salida de tu ruta es Vilafranca del Penedès. La capital de la comarca del Alt Penedès es ideal para empezar tu viaje, porque en sus calles podrás encontrar edificios modernistas destacados y reconocidos como la Casa Miró o la Casa Guasch.

Pero además de su relación con el modernismo, Vilafranca del Penedès también es conocida por su riqueza cultural y gastronómica.

La capital del vino de Catalunya es una villa centenaria que te ofrece una experiencia turística apasionante, con multitud de ferias y fiestas, una pasión desmedida por los castillos y un paisaje natural marcado por sus viñedos.

Sin embargo, vamos por partes. Primero, te recomendamos que aparques tu coche eléctrico en el centro de Vilafranca, te calces las botas y te prepares para realizar todo chino-chano la Ruta Modernista de Vilafranca del Penedès.

Esta ruta te permitirá conocer el impacto que tuvo el modernismo en la capital del Alt Penedès. A finales del siglo XIX, y tras el desastre de la filoxera, el resurgimiento económico del territorio propició la llegada del modernismo, el movimiento cultural que empezaba a implantarse en Europa.

El itinerario de la ruta te llevará a una veintena de lugares, donde podrás observar diferentes aspectos modernistas, como las farolas de la calle Santa Maria, alrededor de la basílica que lleva su nombre. Son tres lámparas de composición simétrica, de estructura radial, con adornos de hierro forjado y vidrieras de colores.

Y ya que estás a la vuelta de la esquina, acércate a visitar la Basílica de Santa María de Vilafranca, un edificio declarado Bien Cultural de Interés Nacional, que es el primer edificio parroquial de Cataluña edificado en estilo gótico. Del edificio te llamarán la atención su gran variedad de gárgolas, situadas en medio de las estribaciones y que adoptan formas de animales fantásticos o reales. Y en su interior, también podrás encontrar uno de los puntos de la ruta modernista, la Cripta de Santa María, un conjunto escultórico de mármol de Carrara formada por un conjunto de siete figuras concebidas como un episodio narrativo en el que se plasma el momento del entierro de Cristo. La escultura modernista, realizada por el escultor Josep Llimona, puede visitarse todos los sábados de 11.00ha 13.30h.

Y después de estos apuntes modernistas en torno a la basílica, la ruta continúa por diferentes edificios muy peculiares : la casa Rigual Artigues, la casa Josep Serdà Vallès, la casa de la Villa, la casa de Ramon Quer y Via, la casa Josep Jané y Alegret, la casa Manel M. Pecero y Tos o la casa Miró.

Y aquí nos detenemos para destacar la obra de Santiago Güell, uno de los arquitectos más activos en el Penedès entre 1892 y 1920. La casa Miró es una de las mejores obras del modernismo vilafranquino y desde el exterior se puede ver un ventanal y un balcón partido por una columna con capitel floral sencillamente espectaculares. La ruta continúa por distintos edificios modernistas de la ciudad, todos ellos con detalles que no te dejarán indiferente. Entre ellos, cabe destacar también la casa Guasch, puesto que te impresionará con su fachada ornamentada con temas naturales.

Empapados de modernismo vilafranquino, es hora de sentarse, probar un buen vino de esta tierra o comer un delicioso xató para cargar pilas para visitar el Vinseum, el Museo de las Culturas del Vino de Cataluña.

Ubicado en la plaza Jaume I, este espacio te permitirá descubrir la cultura del vino y su relación con la ciudad. En el museo encontrarás una exposición permanente y otras exposiciones temporales. Cuentan con más de 17.000 piezas relacionadas con el vino que te harán entender la historia, el carácter del territorio y de sus gentes, desde tiempos remotos marcados por el cultivo de la viña y la producción de vino.

Antes de marchar de Vilafranca, sin embargo, no queremos dejar de recomendarte también una ruta de otra época, pero no menos interesante. Si quieres descubrir el pasado de una Vilafranca histórica, la Ruta Medieval de Vilafranca del Penedès es ideal para hacerlo, y podrás ver edificios como el Palacio Real o el Palau Baltà.

Vilanova i la Geltrú: arquitectura modernista, museos y cultura a raudales

Abandona la capital de la comarca del Alt Penedès y dirígete en dirección sur hacia el mar, por la carretera C-15. Al cabo de media hora de coche, llegarás a tu siguiente destino, Vilanova y la Geltrú. La capital del Garraf es una de las ciudades más destacadas en lo que se refiere a cultura popular de toda Cataluña. La celebración de los Tres Tombs, el Carnaval, la Fiesta de las Nieves y los múltiples museos que posee, la convierten en un municipio imprescindible de conocer.

Pero como lo que te ha traído es tu interés por el modernismo, el primer lugar que debes visitar es la casa Renard. Este edificio ubicado en la Rambla Principal, 114-116, también conocido como casa Magriñà, es la máxima representación del modernismo en Vilanova i la Geltrú. El edificio tiene una estructura peculiar, con la fachada retirada y un cuerpo más avanzado, alineado con la calle, que conforma un pequeño patio cerrado a su lado. En lo alto, una cúpula espectacular de escamas de cerámica vidriada negra corona una fachada en la que se pueden ver decoraciones milimétricas en puertas y ventanas. La casa fue encargada por el matrimonio de panaderos de Vilanova Isidre Magriñà y Àngela Sanromà al arquitecto también vilanovense Josep Maria Miró i Guibernau. La construcción de la casa Magriñà data del año 1923 y en los años cincuenta empezó a ser conocida como casa Renard, ya que allí se estableció un dentista con ese nombre.

Pero ésta no es la única representación modernista que puedes encontrar en la ciudad. Por el contrario, hay muchas más, y todas ellas, protegidas como Bien Cultural de Interés Local por el departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña. Estos lugares imprescindibles si quieres seguir la huella modernista en tu visita a la ciudad son Ca l'Artigas, Can Ricart, casa Florenci Sala, la Ciudad jardín de Ribes Roges, el Chalet Doctor Ribot, Can Raventós, Can Joan Olivella, Almacén Fecsa, el Orfeó Vilanoví, la fuente de la plaza de los Carros, Can Sebastià Soler o el Chalet Miramar.

Pero como ya te hemos alertado, las recomendaciones en la ciudad de Vilanova y la Geltrú no terminan con el modernismo. Si todavía tienes ganas de conocer más detalles de esta ciudad ubicada en el litoral, los museos pueden ser una buena opción. Los más destacados son el Museo del Ferrocarril de Catalunya, dedicado a la custodia y divulgación de la cultura ferroviaria. La Biblioteca-Museo Víctor Balaguer, uno de los museos más antiguos y singulares de Cataluña, donde podrás encontrar piezas pertenecientes al depósito histórico del Museo Nacional del Prado, con pinturas de Rubens, Greco, Goya o Murillo, una Pinacoteca del siglo XIX con obras de Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Mariano Fortuny, o una sala dedicada al mundo egipcio, entre otros.

Antes de abandonar Vilanova, sin embargo, no puedes dejar de visitar uno de sus emplazamientos más emblemáticos, la Torre Blava. Ésta es una torre defensiva construida en el último tercio del siglo XIX como elemento defensivo para proteger el barrio de Baix-a-mar. En 2000 Josep Guinovart convirtió la antigua torre del paseo Marítimo en un espacio de homenaje al mar Mediterráneo y sus gentes. Es por este motivo que lleva el nombre de Torre Blava-Espai Guinovart. La torre circular está decorada con elementos relacionados con el universo marino y desde la azotea se puede disfrutar de una vista impresionante del paseo Marítimo y del faro de Vilanova.

Sitges, la "Meca del modernismo" catalán

Muy cerca de Vilanova y la Geltrú, a tan sólo quince minutos en coche, encontrarás el tercer destino marcado en esta ruta modernista para hacer en coche eléctrico, la conocida ciudad de Sitges. Igualmente ubicada en la comarca del Garraf, ésta es una villa especialmente turística y cultural. Sitges es sinónimo de sol y playa, pero también puede visitarse fuera de la temporada veraniega, ya que goza de un patrimonio cultural, artístico e histórico igualmente destacable.

Y como no, una relación especial con el modernismo, porque si no, no te habríamos indicado que te detuvieras aquí. Sitges se convirtió entre los años 1892 y 1899 en un lugar de encuentro para los artistas modernistas. Este hecho se produjo ya que el artista multidisciplinar catalán Santiago Rusiñol se instaló en el año 1893. Con Rusiñol en la ciudad, concretamente en el Cau Ferrat, Sitges fue un punto de referencia modernista y fueron frecuentes las conocidas fiestas modernistas. Éstas acogían a los literatos, músicos, críticos, escultores y pintores más relevantes de la época e hicieron que la villa se ganara a pulso el nombre de “La Meca del Modernismo”.

Y como no podía ser de otra forma, esta reputación dejó en las calles y edificios del pueblo una huella modernista que sigue visible hoy en día. Simplemente caminando por el paseo marítimo de Sitges ya puedes disfrutar de la huella modernista. Con el olor del mar y la vista de la playa, puedes admirar las bellas casas modernistas y sus minuciosos detalles en las fachadas.

Sin embargo, la ruta modernista oficial en Sitges comienza en la estación de tren, donde podrás ver las casas de los llamados “americanos”, sitgetanos que volvieron enriquecidos de las colonias españolas y construyeron casas de estética modernista.

En las calles del centro de la villa podrás descubrir la arquitectura modernista de algunos de los arquitectos de la época más destacados, como Gaietà Buïgas, en edificios como la casa Bonaventura Blay, la casa Manuel Planas o la casa Pere Carreras. Una de las casas modernistas más destacadas y que no te puedes perder es la de Bartomeu Carbonell y Mussons. Situada en un ángulo de la plaza Cap de la Vila, es uno de los edificios más emblemáticos de Sitges, y destaca especialmente su torre con cerámica en quebradizo. Y finalmente, te recomendamos la visita al Mercat Vell de Sitges, que fue el primer edificio modernista de la villa, inaugurado en 1890.

Y como ya te hemos explicado que Santiago Rusiñol tuvo un papel fundamental en la “Meca del Modernismo”, tu siguiente parada debe ser obligatoriamente el Museo del Cau Ferrat. Éste fue fundado en 1893 por el mismo artista y acoge colecciones de arte antiguo reunidas por el artista, así como de arte moderno, con obras del propio Rusiñol o de Picasso. En el templo del modernismo de Sitges encontrarás pintura, dibujo, escultura, forja, cerámica, vidrio... una veneración al movimiento en todas sus ramas y diversidades.

Y como en tu ruta no todo debe ser modernismo, para dejar atrás a Rusiñol y sus fiestas, te recomendamos la visita a uno de los edificios más emblemáticos de la villa, la iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla. Su ubicación, en una colina que preside la playa del pueblo, la convierten en una de las imágenes más icónicas de Sitges. El templo, de estilo barroco, tiene una forma asimétrica a causa de sus numerosas modificaciones a lo largo de la historia.

Castelldefels, influencia gaudiniana y monjes budistas

La última parada de la ruta es Castelldefels. Para llegar desde Sitges, coge la C-32 y en sólo 21 minutos en coche eléctrico te plantarás en medio de la localidad del Baix Llobregat.

Y ya te avisamos ahora. En Castelldefels no encontrarás la riqueza modernista que has podido admirar en tus anteriores destinos. Sin embargo, es un punto ideal para finalizar tu ruta, ya que esta ciudad costera tiene también una larga historia, por ejemplo, con los restos arquitectónicos de Ca N'Aimerich, que tienen fechada una cronología mínima de 80.000 años de antigüedad. Los restos del paleolítico superior, de la edad del bronce, ibéricos, romanos o medievales han dejado un patrimonio muy rico que te invitamos a descubrir.

Pero sí, primero, el modernismo. En Castelldefels encontramos Can Poal, la casa del conde Güell, declarada Bien cultural de interés local. Esta torre residencial de piedra fue construida en 1900 y está formada por varios cuerpos de diferente altura. El arquitecto fue Francesc Berenguer Mestres, amigo íntimo de Antoni Gaudí. Y es por eso que en Can Poal se pueden apreciar detalles gaudinianos, como el uso de los materiales y la volumetría libre y regular. Los acabados de las fachadas, con piedra oscura, la torre con galería, o la chimenea con formas fastuosas, hacen de este edificio construido para la cuenta Eusebi Güell una joya modernista.

Después de este fastuoso detalle, te recomendamos otras ubicaciones igualmente interesantes y espectaculares.

La primera parada, el Castillo de Castelldefels. Éste es un símbolo icónico de la ciudad y en su interior podrás disfrutar de una experiencia interactiva relacionada con el mundo de la piratería. Construido en el siglo X, fue utilizado durante siglos para defender la ciudad de los ataques árabes y de piratas berberiscos.

Y de ahí la experiencia llamada Piratia, que te permitirá sumergirte en la vida de un pirata y conocer el contexto social y político en el que aparece este fenómeno. Además, el castillo, rehabilitado por Manuel Girona en 1897, posee unos jardines de 3500 m2 con espectaculares vistas donde se puede apreciar Castelldefels, Barcelona, el mar y el Parque Natural del Garraf.

Este último, el Parque Natural del Garraf, es nuestra última recomendación para finalizar la ruta respirando aire puro en medio de la naturaleza. El parque ofrece múltiples opciones como rutas a pie, bicicleta u otras actividades ambientales.

Y... ¡cómo no podía ser de otra manera, modernismo!

En el corazón del Parque Natural del Garraf se ubica el Palau Novella, un edificio modernista construido en 1892, que actualmente acoge la comunidad budista Sakya Tashi Ling.