Ascó

Ascó se localiza en un emplazamiento estratégico en el Ebro catalán, se eleva justo al lado del río y en medio de una gran llanura fluvial cerrada por dos pasos o estrechos, el Pas de l'Ase i el Pas del Llop d'Andisc. El emplazamiento estratégico de Ascó propició la ocupación de diferentes pueblos prehistóricos como íberos y romanos, pero no fue hasta la época medieval y moderna cuando Ascó toma un mayor protagonismo, primero con la ocupación musulmana y más tarde con la ocupación templaria y de los condes catalanes.

El tesoro cultural simboliza el paso y convivencia de diferentes culturas que han dejado un legado patrimonial y cultural muy rico y que hoy forma parte de las tradiciones y costumbres de Ascó.

Lugares de interés

Pozo de Nieve

De la segunda mitad del siglo XVII, el pozo de nieve de Ascó es el único que queda en esta región. Ubicado en los cimientos de una casa, está construido de piedra picada y con una bóveda apuntada, de planta circular y en forma de bellota. Las vigas superiores descansan sobre ménsulas a diferentes alturas para la tarima de conservación de la nieve, que se vertía desde una ventana.

Su propósito era llenarlo de nieve o hielo y disponer de ella durante el resto del año. Durante aquella época el almacenamiento y distribución de hielo llegó a ser un negocio importante que involucraba una parte significativa de la población rural.

Molino del Caballero

A comienzos del siglo XX, en Ascó funcionaban simultáneamente una veintena de molinos de aceite. La gran concentración de estas industrias era debido a que el campesinado, y en particular el cultivo del olivo, constituía la principal fuente económica de la villa.

Hoy en día la mayoría de estos molinos han desaparecido. El molino del Caballero, recientemente recuperado y restaurado, nos adentrará, al visitarlo, en lo que supuso para el municipio este patrimonio industrial.

Vueltas y silos

En la plaza Mayor se asentaba la antigua aljama musulmana, más tarde la universidad, posteriormente casa de la ciudad hasta 1987 y, en la actualidad, encontramos la escuela municipal de música. Encima del arco de entrada de este edificio podremos leer la fecha de 1610, que corresponde al año de expulsión de los moriscos.

Esta plaza está construida encima de unas vueltas de piedra a las que se accede bajando por el callejón conocido como la Secanella. Este lugar se llama las Voltes y Sitges. En su interior, unos silos recuerdan la función de almacenamiento de cereales que Ascó recaudaba ya desde la época musulmana.

Els Perxes

Se designan así los antiguos porches que daban entrada a las murallas de Ascó. En la calle de Abajo encontramos los del Ciego, Baijunca y Caballero; en la calle Hospital, y adjunto a la casa del mismo nombre, encontramos el perxe de Peresans; en la calle de la plaza Nueva, el perxe de Santo Domingo, y al Pla de Vallxiqué, la Puerta de la Tarde, hoy desaparecida.

En la Plaza se encuentra otra de las puertas de la villa y en la calle de la Mola aún se conservan las Portetes, un estrecho callejón o pasillo de entrada y salida clandestina de la villa.

Calle Sequerets

Con la expulsión de unos 800 moriscos y moriscas por parte de Felipe II de Aragón (III de Castilla) que ocupaban 154 casas, finaliza el periodo morisco en Ascó.

Se trata de una calle en forma de zigzag que los hospitalarios cedieron a la universidad, y esta, la convirtió en un asecadero de frutos como higos o pasas. El nombre en diminutivo de los asecaderos quedó como topónimo.

Calle de la Mola

Sin duda es, junto con la calle Sequerets, una de las calles más típicas de Ascó. Esta balconada sobre el Ebro sigue el antiguo trazado de las murallas de Ascó. En la calle de la Mola, las casas dejan libre el pasillo de murallas destruidas por los bombardeos desde el otro lado de río durante la Guerra Civil de 1936-1939. Hoy en día aún se puede contemplar algún resto de estas murallas en la Mola, en la plaza Nueva y en las calles del Caballero y Trinquete. Los muros de las plazas y paredes de las casas son de piedra y barro o, sencillamente, de tapió.

La calle de la Mola, en forma de herradura, conserva los típicos portales de las casas de ladrillos en abanico, de clara influencia morisca. Desde este lugar se tiene una vista magnífica sobre el Ebro, las Islas, el Paso del Asno y el Montsant al fondo.