Las Fallas en la Alta Ribagorça

Las "fallas" baten cada año récords de participación y de público y cada vez más los turistas se suman a esta fiesta ribagorzana de orígenes remotos. Los fallaires viven una sensación inolvidable entre el repique de las campanas de cada pueblo y los gritos de ánimo que convierten esta fiesta en una liturgia colectiva, que acaba siempre con verbena alrededor de las hogueras.

El fuego ha sido desde tiempos remotos y casi hasta nuestros días un elemento de gran calado para la vida cotidiana del hombre. Esta tradición es una supervivencia del culto al fuego purificador. Este fuego, encendido en la cima de la montaña, es el que se baja hasta el pueblo con las fallas y se pasea por el mismo, para purificar los malos espíritus de todos y cada uno de los lugares del pueblo.

En la Alta Ribagorça existen tres tipos de fallas: los rentiners, que son de una sola pieza; las fallas de palo, las más comunes, en toda la comarca, que se hacen con trozos de teja de pino y se enganchan a un palo de fresno con alambres y puntas y las fallas de Vilaller, que son una pirámide invertida de grandes dimensiones atada con alambre y rellena de tea.

La Unesco anunció el día 1 de diciembre de 2015 la inclusión en esta prestigiosa lista internacional, de la candidatura de Las Fiestas del Fuego del solsticio de verano en los Pirineos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Cabe decir, que la Alta Ribagorça es la comarca que cuenta con más pueblos falleros dentro del territorio catalán.

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