El Valle de Arán, un territorio diferente

El aranés, un pueblo celoso de sí mismo

El pueblo aranés posee una fuerte personalidad debido al paisaje montañoso donde habita, inaccesible durante el invierno y cuya altitud supera con frecuencia los 2.000 m. Esta barrera natural ha condicionado desde siempre la comunicación con sus vecinos, convirtiéndolos en una comunidad encerrada en sí misma, fiel defensora de sus usos y costumbres y de su lengua, el aranés. De hecho, es el único lugar del mundo donde esta variedad del idioma occitano es oficial.

Sin embargo, sus contactos vecinales se hicieron más frecuentes tras la construcción, en el año 1924, del Puerto de la Bonaigua y, 24 años más tarde, del túnel de Vielha, lo que les facilitó relacionarse y comerciar con otras comarcas. 

El Puerto de Bonaigua, entrada originaria al valle

A través de la carretera C-28 llegamos a esta entrada tradicional al valle, el Puerto de la Bonaigua, situado entre los pueblos de Esterri d'Àneu y Baqueira (Naut Aran) es uno de los más famosos de la geografía catalana.

Ofrece unas vistas espectaculares a más de 2.072 metros de altura, sin embargo no siempre es fácil visitarlo ya que, debido a las largas temporadas de nieve, suele estar cerrado varios meses al año.

En él encontramos la Iglesia Virgen de Ares, que goza de una gran panorámica de la parte del puerto que acabamos de subir, y el refugio que lleva el mismo nombre, un punto estratégico de descanso para los viajeros.

Baqueira, cita obligada para los esquiadores

Siguiendo la carretera, la siguiente parada es una de las más buscadas por los amantes de este deporte, en general, y de la jet-set, en particular. No en vano Vaquèira-Beret, también conocida como Baqueira es la estación de esquí más famosa del país y la que caracteriza la zona del Alto Arán.

Aunque está situada en un lugar de gran valor natural, rodeada de imponentes montañas, Baqueira se limita a ser un gran complejo hotelero donde no hay nada que ver ni que hacer excepto, claro está, practicar el esquí.

Valle de Montgarri, santuario de aquelarres

A unos kilómetros de Baqueira (Naut Aran), nos encontramos con Pla de Beret, punto de entrada al Valle de Montgarri, una  explanada a más de 1800 metros de altitud que antiguamente fue el escenario de aquelarres tanto de brujas como de hechiceros.

Para llegar hasta allí es necesario dejar el coche en Pla de Beret y cruzar un pequeño puente que da la entrada al valle. Grandes zonas de pasto inician este recorrido, que suele durar tres horas, para adentrarse en un frondoso bosque atravesado por varios torrentes.

Con un poco de suerte, es posible encontrarse con algún ejemplar de la fauna que habita allí, como cabras montesas, gatos salvajes e incluso algunos osos franceses que se aventuran a traspasar la frontera.

El recorrido termina en el Santuario de Montgarri, una iglesia renancentista que goza de perfectas condiciones gracias a la restauración que se ha hecho en ella y cuya situación es idónea para relajarse y contemplar el paisaje bañado por el río Noguera Pallaresa.

Tras visitar el santuario, podemos entrar en el refugio que se encuentra a escasos metros, con una arquitectura similar al anterior, que ofrece un buen descanso para los excursionistas y bebidas calientes para sobrellevar el frío glaciar.

Un poco más adelante encontramos el pueblo propiamente dicho de Montgarri (Naut Aran), que perdió a su último habitante en el año 1960 debido a las duras condiciones de vida.

Salardú, la capital del Alto Arán

Antiguo refugio de los primeros peregrinos que llegaban extenuados tras pasar el Puerto de la Bonaigua, la villa de Salardú (Naut Aran) está situada en un lugar estratégico que domina todo el valle. Por este motivo fue fortificada en la época medieval aunque, a día de hoy, apenas quedan restos de su muralla.

De sus vestigios aún sigue en pie la iglesia de San Andrés, construida en el s. XII donde antes había un castillo. De estilo románico y gótico, su altísima torre puede verse desde cualquier mirador de la zona. También se conserva algún que otro casal del s. XVII. 

Desde aquí hay varias excursiones posibles. Cabe destacar la que sigue en dirección al norte, hacia las poblaciones de Unha y Bagergue, la localidad más alta del valle con 1419 m. La ruta se extiende por el Valle del Unyola, donde encontraremos impresionantes cascadas, que caen desde los 30 m de altura, hasta llegar al Lago de Liat.

Vielha, centro comercial y administrativo de la comarca

No obstante, la capital del Valle de Arán es Vielha e Mijaran, uno de los principales centros turísticos de la zona que aún conserva calles empedradas y algunas antiguas bordas, corrales o pajares de la época.

Aunque se ha indicado que la entrada tradicional al valle es el Puerto de la Bonaigua, Vielha le ha sustituido como la vía de acceso más frecuentada a través del túnel de Vielha que, con sus 5 km de recorrido, supone un curioso camino debido al repentino cambio tanto climatológico como paisajístico que ofrece.

En esta ciudad podemos visitar la iglesia de San Miguel (Sant Miquèu), cuyo pórtico con representaciones de figuras del Juicio Final sorprende a cualquiera que las observe. En ella se encuentran piezas importantes como una pila bautismal románica y el conocido Cristo del Mijaran, una figura de tamaño natural que data del s. XII.

Aquí también está el Musèu dera Val d´Aran, una exposición histórica y etnológica muy completa del valle.

Entrada al Bajo Arán

Pasada la capital y cogiendo la carretera nacional N-230 nos dirigimos a la parte norte del Valle de Arán, un territorio poblado por pequeñas villas ubicadas en un paisaje excepcional. Vamos a destacar el pueblo de Vilamòs por ser el punto de donde salen numerosas excursiones a los diferentes bosques de la zona.

Conviene tener en cuenta que esta urbe no merece tanto la visita como la carretera que llega hasta ella, cuyas vistas son espectaculares.

Bossost, un pueblo rodeado por siete ermitas

Se impone hacer una parada en Bossòst pues no en vano es uno de los centros turísticos más importantes del territorio aranés y posee uno de los bosques de abetos más impresionantes del valle.

Hay varias cosas que ver en esta población como la iglesia de la Asunción de María, del s. XII, uno de los mejores templos románicos con cierta influencia lombarda que se conservan; las ruinas de un antiguo castillo y, por supuesto, las siete ermitas que envuelven la villa.

Les y su romana tradición termal

Poco antes de llegar a la frontera con Francia no hay que olvidar al pequeño pero encantador pueblo de Les. Su arquitectura típica pirenaica, basada en la madera y en la pizarra, junto con los carteles escritos en aranés, hace sentir al visitante que está en un país muy lejano del que realmente encuentra.

Allí aún quedan algunos restos de los Baños de Les, fechados en 1852, que con aguas a 35ºC de temperatura eran perfectas para reumatismos y diversas enfermedades de la piel y de los huesos. En las afueras, las ruinas del castillo de Barones de Les y su capilla de San Blas protegen la villa.