El encanto de las fachadas de Barcelona
En esta ocasión os planteamos una ruta distinta. No será una ruta convencional en la que se puedan visitar al completo los elementos que vamos a mencionar.
Nos moveremos por los alrededores del centro de Barcelona y lo haremos en dos direcciones: al norte y al sur de la Plaza Urquinaona. Allí nos localizaremos y haremos una ruta a pie recordando la historia de edificios que actualmente se encuentran deshabitados. Nos situaremos ante la fachada e intentaremos reconstruir algunos recortes del pasado, nadie tiene autorizada la entrada, pero quien ha dicho que no pueda entrar nuestra imaginación?
Os presentamos las curiosas historias y anécdotas de la Casa Burés, el Palacio del Cine, la Casa Antonia Burés y el Casal de la Previsión.
El olvido del Palau del Cinema
Situémonos: Pau Claris, 53 (antigua Via Laietana). Allí permanece una de las mil maravillas de la ciudad. Hablamos del primer cine de la ciudad que ofrecía un potente órgano orquestal; una sola pantalla con campo de visión para unas 1.700 personas. Se inauguró en 1923 con el nombre de Palacio Pathe.
Los centros de interés de la época evocaban a la edición y distribución de material cinematográfico que abordaba géneros documentales donde se describían ciudades y monumentos del mundo. También interesaban los noticiarios cinematográficos además de cintas de comedia y drama.
Podemos decir que los años veinte fueron una época de oro para el cine en Barcelona. La producción barcelonesa de 1897 a 1923 era modesta, si se comparaba con potencias cinematográficas importantes como eran los Estados Unidos o Inglaterra y Francia.
Al mismo tiempo era relevante, si se comparaba con la producción editada en el resto de España. En datos generales, en veinticinco años se produjeron 680 filmes en Barcelona, de los cuales 355 eran películas con argumento e historia y las 325 restantes estaban clasificadas como género documental.
El año 2001, el cine fue la sede de la primera muestra del Barcelona International Gay & Lesbian Film Festival y al finalizar la ceremonia el Palacio Pathe, rebautizado como Palau del Cinema, cerró sus puertas.
Este edificio supuso para varias generaciones un elemento muy importante de difusión de la cultura.
El Casal de la Previsión: eclecticismo en estado puro
Delante del cine, continuamos la ruta con El centro de la previsión. Este edificio formaba parte de un conjunto de naves levantadas por todo el territorio Catalán en representación a una entidad financiera. En este caso el edificio, desarrollaba funciones como Caja de pensiones para la vejez. Es un emblema arquitectónico firmado por Enric Sagnier -autor relevante homenajeado en la ruta del modernismo de la ciudad- y data del año 1920.
Visualmente impacta. Juega con la variedad de formas redondeadas con arcos de distintos estilos que bombean la fachada y al mismo tiempo un par de torres cuadradas enmarcan y aportan al conjunto, el toque de envergadura y majestuosidad. La composición está coronada por unos bastones con puntas en dirección al cielo. Luce un símbolo de identidad con las siluetas perfectamente cortadas de dos niños que sostienen un mural con el conjunto de territorios que representa. En general muestra un estilo arquitectónico ecléctico que lo hace especial.
Esta nave se alzó con motivo de remodelar la antigua Via Laietana con edificios de nueva construcción y está armado con piedra del Garraf. La misma variedad de piedra caliza que se está utilizando actualmente para continuar la obra de Antoni Gaudí en la Sagrada Familia.
La voluntad del autor era configurar una red de puntos de referencia en el entramado urbano. Y lo consiguió, de sus obras se construyeron alrededor de trescientos edificios. Es, según dicen, el arquitecto con más obras construidas en toda la ciudad.
Una curiosidad: ha sido set de rodaje conjuntamente con el Palacio del Cine de varias escenas del film Los últimos días estrenada en 2015.
Casa Burés: un gigante encantador
Empresario de renombre y componente de la burguesía catalana, el señor Francesc Burés y Borràs fue la tercera generación heredera de la destacada casa de textiles manresana, Industrias Burés.
En 1900 mandó la construcción de lo que sería la nueva sede en Barcelona de la compañía donde tendrían cabida las oficinas centrales. Habría espacio para almacenar la producción textil, la primera planta estaría restringida como uso particular de la vivienda familiar y aparte habilitarían unos estudios para poder ejercer beneficios de rentas a personalidades que estuvieran interesadas.
Con el proyecto del brillante arquitecto modernista barcelonés, Francesc Berenguer i Mestres, en 1905 el llamativo edificio de la Calle Ausiàs March con la esquina de la calle Gerona, daba la bienvenida a cualquiera que pasara por delante.
Se trata de una construcción de piedra natural que visualmente parece un castillo medieval. La cara exterior está llena de ventanas altas acompañadas de balcones de hierro con adornos decorativos. El elemento más característico es una pequeña torre con cubierta de pizarra en forma de cono, que estiliza el cuarto y último piso de todo el conjunto. Como dato curioso podemos añadir que en el proyecto inicial constaba otra torre como esta pero finalmente no se construyó.
El acceso a la casa está restringido. Cuando se quedó sin inquilinos fueron muchos los que violaron la intimidad de los Burés y desmantelaron todo lo que pudieron y más. Es por ello que la propiedad está permanentemente vigilada por un guardia que se dedica a rondar y preservar la casa ante la posible invasión de extraños.
Sabemos que detrás de la majestuosa puerta que custodia el interior, un Oso pardo a escala real que originariamente sostenía un farol de latón -ahora sin él- con gesto desafiante, nos invita que pasamos dentro.
En el impase entre la puerta que nos separa de la calle y el Oso pardo hay un vestíbulo de unos cincuenta metros cuadrados donde entraban a descargar carros y carretas de la época con la producción textil que habían recogido de las fábricas del municipio de Anglès.
La casa también contaba con elementos manufacturados de prestigiosos artistas pictóricos, escultóricos y artesanos coetáneos. Maderas nobles, suelos de mosaico dibujaban el tiempo de ocio de la burguesía. Frescos en las paredes y tejidos y telas exclusivas se exhibían con placer.
También presumían de tener una sala para el ocio de los niños, allí mandaba la decoración de origen romántico, la cual conexión con la naturaleza y un mosaico de Hansel y Gretel con dos bancos de madera, que invitaba a la lectura. El emblema con las iniciales FB -Francesc Burés e Hilados Burés- se repetía en todas las habitaciones de la planta, como símbolo del orgullo familiar.
En ocasiones ha contribuido a ser estudio de rodaje de series, películas y videoclips. Artistas como Cristina Rosenvinge y cineastas como Jaume Balagueró presumen de haber estado en su interior. Además en 2005 fue sede central de la famosa feria de diseño y decoración Casa Decor. A día de hoy encontramos vestigios de los distintos sets de rodaje, chapas de madera teñida, papeles pintados y escobas de tiempos pasados.
Casa Antonia Burés: la continuación de la saga
Vemos que la herencia de los Burés no termina ahí. A la altura de los números 42 a 46 de la misma calle encontramos la Casa Antonia Burés. El solar para plantar aquel bloque de viviendas fue regalo de su hermano, Francesc Burés.
Juli Batllevell, arquitecto del siglo XX fue el elegido para dar vida y forma a esta maravilla modernista en 1903. La cara exterior está compuesta por majestuosos balcones de hierro forjado y grandes ventanales que fascinan a la vista. En los extremos dos miradores de formas redondeadas y sinuosos detalles florísticos hechos con piedra caliza como elemento principal.
El tronco y las ramificaciones de dos pinos cortados que se pueden ver de abajo hacia arriba de la fachada, y que parece que estén haciendo fuerza para sostener todo el bloque, son los elementos más característicos y visuales del conjunto, los cuales fueron un obsequio al arquitecto en cuestión, de parte del maestro Antonio Gaudí.
Siempre ha habido un debate abierto en cuál es la verdadera identidad de la vegetación que trepa la casa. Hay posturas que afirman que son moreras y otros que manifiestan que las ramificaciones pertenecen a la morfología del pino. Desde aquí os animamos a hacer una reflexión sobre el simbolismo de este elemento escultórico mientras disfrutáis del edificio.
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