Relojes de sol de Porrera, entre vinos del Priorat

No llegues tarde a la visita de los relojes

Situando la Plaza Cataluña como punto de inicio de la ruta, el primer reloj que nos encontraremos será, cruzando el río, Cal Ros (1), un reloj que posee un escudo y cuyas líneas horarias van de seis a cinco en número romanos. Al atravesar el Puente Viejo, que logró resistir las inundaciones de los años 1893 y 1994, llegamos a la Plaza de la Guineu (2), donde se encuentra uno de los relojes más populares. Pintado al fresco, es un reloj vertical y vespertino, ya que sus líneas horarias sólo van de la una de la tarde hasta las ocho debido a que el sol no da en esa fachada hasta primera hora de la tarde.Lo curioso de este reloj es la colocación de su gnomon (el palo que proyecta la sombra), ya que para que sea paralelo al eje terrestre ha de ser colocado paralelo también a la pared.

Cerca de esta plaza nos topamos con el edificio de la antigua Cooperativa (3), que luce un reloj en el mismo, y si continuamos hacia el barranco y lo cruzamos, llegaremos a otra plaza donde veremos el cuarto reloj, denominado lógicamente El Barranquillo (4).

El quinto reloj está localizado en la plaza Ca Les Viudes (5) y es uno de los más complicados de encontrar porque está colocado sobre una placa de piedra en las alturas de difícil visibilidad. El reloj Ca l'Amorós (6) lo encontramos en la calle Mestre Llurba, que conduce al castillo y que nos llevará al séptimo (7), en proceso de restauración y en la parte más alta de Porrera. Este reloj es una copia de otro que hay en una masía del pueblo.

Ahora toca bajar de nuevo. Lo haremos por la calle del Hospital, que nos conducirá hasta el reloj Cal Pla (8), que curiosamente sólo marca las medias horas. Si continuamos bajando llegaremos al noveno, en la calle Vilanova (9), que consiste en un simple círculo coloreado con tonos dorados y ocres, y al décimo, conocido por Cal Peirí (10).

Cal Vallvé (11), el undécimo reloj, no deja indiferente a ningún visitante, pues se caracteriza por la elegancia de su dibujo. También goza de un gran colorido el duodécimo reloj, El Serrallo (12), salpicado por ocres, verdes y salmones, que lo hacen muy vistoso y llamativo. En la misma calle donde se encuentra éste, descubrimos el nombrado como Cal Rabascall (13), cuyas pinturas moradas y blancas le dan un toque específico, a lo que contribuye los números arábigos pintados alrededor del reloj.

Finalmente terminamos nuestro recorrido en el reloj más grande y emblemático, conocido como El Portal (14).

La adivinanza del reloj El Portal

De todos los relojes, el más popular es sin duda alguna el situado en la calle Pau Casals debido a sus dimensiones, pues es uno de los ejemplares más grandes de toda Cataluña, y a su técnica complicada, que contiene líneas solares así como zodiacales. Sin embargo, lo más curioso de este reloj (y que le hace particularmente atractivo) es la inscripción que contiene abajo, con unos versos que más parecen un jeroglífico que otra cosa.

“Tú que mirándome estás, atiende bien lo que digo, esto tiene gran sentido, a ver si lo entenderás, después te divertirás, cuando lo hayas entendido, si no entiendes lo que digo a Salamanca irás.
El sol va por la eclíptica del Zodíaco, nunca pasa con un alfabeto basta para saber qué significa, a qué signos se dedica y en qué grado se halla el sol...”

A pesar de los miles de intentos, nadie del pueblo ni los visitantes que lo leyeron supieron a qué se refieren los mismos. Parecía indicar que su autor pretendía reírse de todos aquéllos que lo observaban.

No obstante, hace poco se descubrió su significado en el libro “De la Gnomónica, ú de la Teórica y Práctica de los Reloxes de Sol”, cuyo autor, el padre Tomás Vincent (1651-1723), señalaba que era un método empírico para conocer en qué día del mes el astro rey entrará en la correspondiente casilla del zodíaco.

El vino de Porrera y Lluís Llach

Como ya hemos comentado, Porrera se asienta en tierras famosas por sus vides. No en vano, el vino del Priorat cuenta con denominación de origen propia y es uno de los más famosos del país. Las montañas, sus laderas escarpadas o la forma de cultivar la uva en terrazas, aportan un sabor peculiar a sus caldos, aderezados por un clima mediterráneo más bien seco.

En los pocos kilómetros que posee esta localidad conviven cinco bodegas de renombre que se reparten la fama, una fama más que merecida que ha originado que tengan su propia ruta. La más antigua de ellas, el Celler Cal Pla, lleva 200 años de historia y es, qué duda cabe, la más antigua de la zona.

No obstante, una de ellas destaca más que las otras por ser propiedad del cantautor Lluís Llach. El Celler Vall Llach abrió sus puertas a finales de los años noventa y tiene su origen en el cariño que el artista tiene a este pueblo, donde pasa mucho de su tiempo. Tanto es así que dio nombre a uno de sus álbumes, "MónPorrera".  

Con motivo de este disco, se ha creado la ruta “MónPorrera: Lluís Llach - Miquel Martí i Pol", una guía interactiva que muestra cómo se elaboró el disco, con recuerdos y sentimientos del poeta, así como con testimonios anónimos que lo vieron nacer.

Otras cosas que visitar

No podemos despedirnos de Porrera sin subir a lo alto de la colina y visitar la ermita de San Antonio Abad, fechada en el siglo XVII y que cuenta con una sola nave con espadaña. Sus maravillosas vistas a la montaña Montsant, símbolo del Priorat, hacen de esta excursión algo memorable.

El día 17 de enero, día de San Antonio, patrón de los animales, el pueblo sube a esta ermita dedicada al santo con sus animales para bendecirlos. En el pasado se convocaba una carrera desde allí hasta el pueblo en la que sólo participaban los más jóvenes y atrevidos, pues el camino tiene una fuerte y peligrosa pendiente, lo que produjo seguramente más de una caída.

Tampoco podemos dejar de visitar la ermita de San Juan Evangelista, del s. XVIII y de estilo neoclásico.

Gastronomía

Como pueblo con entidad propia, Porrera tiene su propia cultura gastronómica en la que destacan las cocas, sobre todo la coca de huevo, que es la preferida por su gente, la miel y la butifarra. Obviamente, la bebida por excelencia es el vino.

No obstante, el alimento más característico de esta localidad es sin duda el conocido como rotllo, una especie de roscón típico de las fiestas de San Blas. El día dos de febrero los lugareños compran el tradicional rotllo en las panaderías, pero no lo consumirán ese día sino que tendrán que esperar al siguiente para hacerlo, el propio día de San Blas, como marca la tradición.