La Ruta más dulce por La Selva, una ruta para los más golosos

Esta es una ruta circular que transcurre por diez pueblos diferentes y que nos enlaza distintas pastelerías, en la cuales nos pararemos y podremos conocer sus mejores especialidades que nos dan a conocer aspectos característicos de cada población.

Una ruta totalmente recomendable para los más dulzones y golosos de la casa!

Los Rierencs; la especialidad Cellerenca

La ruta que os presentamos este mes se inicia en la Cellera de Ter y finaliza en Anglès, és decir, casi en el mismo punto, ya que son poblaciones vecinas.

La Cellera de Ter, que forma parte del macizo oriental de las Guilleries, se encuentra a 166 metros del mar. Aunque, no se trata de un municipio seco ya que por su término transcurre el río Ter y la riera d'Osor.

La presencia del río Ter por la Cellera de Ter ha influenciado en la identidad del municipio, de tal modo que en esta población se produce una galleta típica artesana conocida como rierencs ya que recuerdan por su forma las piedras del río Ter.

Este es el primer dulce que os proponemos que probéis para hacer la boca agua.

Con un capricho...

 ...siguiendo la corriente de las aguas de Sant Hilari, adentrándonos por los bosques de Aabúcies y llegando hasta el municipio de la televisión, Breda.

Un poco más arriba se encuentra el municipio de Amer donde podréis saborear los capricis que son el mejor acompañante para visitar el pueblo.

También lo son los rocs y ametllats. Los primeros son galletas que conmemoran las piedras que permitieron construir el monasterio de Amer y que no podéis dejar de visitar.

Desde Amer continuaremos dirección Osor, siguiendo la carretera Gi-542, para llegar a Sant Hilari Sacalm.

Seguro que a todos nos pasa que cuando escuchamos este nombre nos viene, automáticamente, una imagen a la cabeza relacionada con esta población, el agua. De hecho, en todo el término de Sant Hilari existen un centenar de fuentes de agua medicinal, por este motivo también recibe el nombre de “el pueblo de las cien fuentes”.

No obstante, a partir de ahora podemos asociar otro producto con esta población, las galletas Fonts de Sant Hilari y las galletas Aromes, unos dulces que lo cuentan todo de Sant Hilari Sacalm y que realmente, tal y como su nombre indica, nos harán recordar los olores de esta localidad.

También, a Sant Hilari Sacalm se la ha denominado la capital de las Guilleries ya que se encuentra rodeado por este macizo. En estos parajes naturales vivió el conocido y legendario bandolero catalán “Serrallonga”, quién trabajó en Can Tarrés (casa ubicada en el término de Sant Hilari).

La siguiente parada a realizar es Arbúcies. Para llegar lo haremos siguiendo la carretera Gi-550. En este municipio tan tradicional y enmarcado en un entorno idílico y bucólico se puede tomar el típico bizcocho pa de pessic, que se ha elaborado desde el siglo XIX. Imaginaros si es de antigua la receta del mismo.

A tan solo 15 minutos de Arbúcies y descendiendo por los pies del Montseny encontramos el municipio de Breda donde podemos saborear los xerrics y ametllats en algún rincón del pueblo que nos ubique y nos recuerde los escenarios de la conocida serie de Televisió de Catalunya, Ventdelplà.

Los  xerrics son unas galletas crujientes que reciben este nombre porqué hacen xerricar les dents (hacer ruidos con los dientes). En cuanto a los ametllats, éstos son también unas galletas crujientes hechas del fruto de donde proviene del mismo nombre, las almendras.

Arena y piedra tosca comestibles en Riudarenes y Vilobí d'Onyar

Como ya hemos dicho, la gastronomía nos muestra elementos característicos de la región donde se ha elaborado.

En este caso, si seguimos por la carretera Gi-552 llegamos en Riudarenes, un municipio que destaca por la presencia de arroyos y arenas, tal y como su nombre indica en la traducció del catalán, y donde es posible confundir los sorrencs con unos granos de arena (sorra). Éstas (galletas sorrencs) son unas galletas hechas de avellanas que intentan imitar este elemento tan característico de Riudarenes, que se puede ver en muchos rincones del municipio.

En cambio, en Vilobí d'Onyar sus galletas imitan la piedra del volcán de la Crossa. Éste es un enorme volcán que tiene en su cráter la ermita de Sant Llop.

Las galletas, llamadas tosquigets, son oscuras por fuera y crujientes y de colores en su interior.

Vichy Catalán y la relación con Caldes de Malavella

Caldes de Malavella es otro de los municipios de la Selva interesante a visitar y que se encuentra incluido en esta ruta.

Los restos romanos y medievales y el patrimonio modernista y noucentista que se conservan en este pueblo nos permiten realizar un viaje a través de su propia historia.

Así también, las Galletas Vichy nos rememoran la construcción del Balneario de Vichy Catalan en el año 1898.

La apertura de este edificio, que es de estilo neomudéjar y que aprovecha las aguas termales del municipio, propició la llegada de los primeros turistas al municipio.

Si estáis cansados quizás os podéis plantear la posibilidad de relajaros en éstas aguas hidroterapéuticas y con propiedades curativas para coger energía y seguir el camino más adelante.

Un dulce modernista con flores de Farners

La ruta continúa hasta Santa Coloma de Farners.

Este municipio destaca por sus galletas conocidas con el nombre de teules que se elaboran en la Fábrica Trias y que podréis encontrar en la pastelería Trias y en el Tuyarro. También en esta localidad podréis visitar el Museo Trias de la Galleta, donde os explicarán el proceso de elaboración y la historia de las Galletas Trias.

Os recomendamos que una vez os encontréis en este pueblo, alcéis la vista y veáis arriba de la cima del viento el castillo de Farners. Este castillo ha tenido un gran papel en la historia de Santa Coloma de Farners y por este motivo hay unas galletas que se llaman Flors de Farners (flores) en homenaje al entorno que acoge la fortificación. Es un muy buen recuerdo para llevarse de este pueblo!

Y con el estómago lleno y la lengua dulce iremos a parar a Anglès.

Este municipio, que es el último que integra esta ruta, nos ofrece los modernistas. Un fantástico bizcocho (pa de pessic) con más de cien años de tradición y que desde entonces ha ido elaborando en el mismo molde de lata. Ideal para saborear mientras se observa el edificio noucentista y la masovería de Can Cendra.