La Selva del Camp

La Selva del Camp se encuentra en el corazón del Camp de Tarragona, una zona privilegiada por sus recursos turísticos, aparte de sus valores turísticos culturales, de patrimonio artístico, de medio natural, de folclore o de gastronomía, es un pueblo de servicios.

La Selva del Camp se extiende desde la llanura hasta los primeros contrafuertes de la sierra de la Mussara. Una tercera parte corresponde a terrenos montañosos aunque de escasa elevación. El punto más elevado del término es el monte de en Cama, de 717 m, y la principal corriente de agua es el arroyo de la Selva, afluente del Francolí.

El municipio está formado por La Selva del Camp, que es el núcleo principal, y los caseríos de Paretdelgada y de Sant Pere. El término goza de buenas comunicaciones: un ramal une la ciudad con la autovía C-14 de Reus a Montblanc, además de otras secundarias que comunican el municipio con poblaciones como Almoster, l'Albiol, el Morell, Vilallonga del Camp, Constantino, Alcover y Vilaplana. Tiene parada el ferrocarril de Reus a Montblanc y Lleida.

Situada a pocos kilómetros de Tarragona, Patrimonio de la Humanidad (la Tarraco romana); de Reus, centro artístico y de comercio; de la ruta de los monasterios del Císter (Poblet, Santes Creus, Vallbona de les Monges); de las playas y centro de ocio de la Pineda y Salou (Universal Port Aventura); del Cambrils pescadero y gastronómico; de Valls, la ciudad de los castillos y calçots; de las montañas de Prades; del Priorat vitivinícola, etc.

El arroyo de la Selva que nace a raíz de la confluencia de tres barrancos (el de la Font Major, el del Salt y el de Gatellar) en el punto llamado, por este motivo, las Tres Aguas, el ecosistema que conforma es rico en flora y fauna y merece un paseo (el antiguo camino ahora se ha convertido en la carretera que une la Selva con Vilaplana). El límite del término alzan los Tres Pins, bellos ejemplares de pináceas, y, relativamente cerca, ya en el término de L'Aleixar, podemos contemplar uno de los árboles monumentales de Cataluña, la encina del mas de Borbó. El municipio dispone de una red de senderos locales catalogada e indicada para quienes deseen disfrutar del entorno natural que nos brinda el municipio.

El pueblo dispone de equipamientos públicos idóneos para el turismo de congresos; ya que cuenta con los espacios del auditorio de Santa Lucía y el Castillo del Paborde, así como el turismo cultural, con atractivos como el propio Castillo, la Casa de la Villa, los conventos de San Agustín y San Rafael, los Puentes, el Puente Alto, la Ermita de San Pedro del Puig y la Ermita de Paretdelgada, los escorralons, la cruz cubierta, la Iglesia de San Andrés Apóstol, las fuentes, las torres de la muralla y la red de senderos locales.

El origen del municipio se pierde en el tiempo. Tras el romanos, durante el dominio de los árabes, la Selva, que se encontraba en el paso hacia la Albiol -seguramente la calle Mayor es una pervivencia del antiguo camino-, debía de ser fortalecida como puesto avanzado y cruce de caminos. La toponimia parece garantizar esta hipótesis con el arrabal de la Ràpita, es decir 'del Cuartel', y con la calle de Sensmudanya, donde hasta el 1538 se mantuvo el edificio de la Almudaina.

Cerca de la Selva, entre el Mas Ripoll y Mascabrers, se entregó un sangriento combate en el lugar que aún hoy se conoce como el coll de la Batalla.

La primera referencia documental se encuentra en la donación de los Montgons, en 1149, donde la Selva (Silva Constantina) aparece como límite. Es muy posible que en el momento de la repoblación fuera un poblado abandonado y en ruinas. Según un documento del 1374 debían ser los mismos repobladores, y no el ejército, los que debían ocupar el puesto y ahuyentar sus pobladores ocasionales, lo que les debía valer exenciones y privilegios.

La carta de población del 13 de mayo de 1164 fue otorgada por el arzobispo Hugo de Cervelló, que concedía varias franquicias y mantenía los pobladores sujetos a la justicia y señorío de la Iglesia de Tarragona. En la bula del 1174 consta como señoría del arzobispo, aunque otras fuentes dan como señor el pavorde, ya en 1169, en que lo era Ramón de Bages. A la disolución de la pavordía, el arzobispo asumió el dominio directo hasta el 1.823.