Vuelta al lago de Montcortés

El estanque de Moncortès, de origen cárstico y situado en un paraje singular del Pallars Sobirà, tiene una riqueza paisajística y faunística muy destacable. Junto con los estanques de Basturs y el de Banyoles, son los únicos lagos naturales de origen no glacial con aguas permanentes de toda Cataluña.

Al lago de Montcortès se puede llegar por carretera desde la Pobleta de Bellvei (5 km, yendo hacia la Vall Fosca el desvío queda a mano derecha), o desde Gerri de la Sal pasando por Peramea, Bretui y Montcortés (11'6 km, yendo hacia Sort el desvío queda a mano izquierda a la salida del pueblo).

El lago se ve desde la misma carretera y podemos aparcar en el collado de Sant Antoni, donde está el desvío que baja hacia la orilla y continúa hacia Cabestany, o, mejor aún, tomar el desvío asfaltado y estacionar en el primer cruce que hay a mano izquierda, donde hay una zona de aparcamiento con una Fuente y desde donde se ve el mismo lago de Montcortès.

Una vez nos encontramos ante el lago lo que más sorprende son las montañas reflejadas en las aguas del lago, y la presencia de aves de ámbito acuático tan cercanas a la cordillera pirenaica. Un tesoro natural peculiar, tranquilo, y accesible, encajado en una comarca de alta montaña.

Las leyendas del estanque

Como muchos otros lugares del Pallars, este lago tiene la sus propias leyendas. Dicen que en el estanque de Montcortès habría una ciudad engullida bajo las aguas. Pallars, que éste era el nombre de la ciudad, fue engullida por las aguas cuando sus habitantes negaron la comida a Jesús que pasó vestido de mendigo.

Otra de las leyendas más populares con el estanque como protagonista es que un invierno, el conde de Pallars, mientras cazaba, se adentró sobre la capa de hielo que cubría el agua persiguiendo una presa.

Tuvo tan mala suerte que el hielo se rompió y estuvo a punto de morir ahogado. Si no lo hizo fue porque invocó la Virgen de Gerri, prometiéndole una donación de tierras. Pero el pícaro del conde, habiendo salido del trance con la ayuda virginal, pensó que todo quedaba en nada y, cuando su escudero le preguntó qué quería hacer, le dijo: "Agua pasada, Virgen engañada", queriendo decir que no le pensaba dar la tierra.

De repente se quedó ciego, y no volvió a ver hasta que arregló sus cuentas con la Virgen. Los médicos le daban soluciones, pero él ni las probaba, convencido como estaba de conocer el origen de su mal.

Según la leyenda, el pueblo de Comte, no demasiado lejos de Montcortés, sería el lugar donde este noble se retiró después de hacer la donación de sus mejores tierras, las del bosque de Pentina.