Una ruta de cuento, las tierras de los minairons

¿Quienes son los minairons?

Los minairons son unos seres diminutos similares a los elfos y de carácter travieso. A menudo lucen una barba y llevan una barretina roja, aunque se dice que tienen un aspecto indistinguible a causa de su dimensión. Éstos también reciben el nombre de manairons o menairons, según la zona geográfica.

Se mueven, habitualmente, en grupo y realizan distintas formas. Éstos se pueden encontrar en los recipientes donde los guardan sus dueños (en un canuto de agujas, en el interior de botellas,…). O bien, por las montañas y sus parajes durante la noche de San Juan, como cuevas o espacios donde florece la hierba menaironera ya que los minairons se pueden atrapar en esta planta la noche de San Juan cuando brilla la luna vieja.

Los minairons se caracterizan por ser unos seres fantásticos y muy trabajadores que presentan un comportamiento dual. Por un lado benefician a su propietario a la hora de realizar tareas y, por otro lado, le castigan si no les dan suficiente trabajo.

Se dice que en el Pallars tenían una botellita con centenares de minairons que cuando les abrían sólo repetían “¿Qué haremos? ¿Qué diremos?”.

Antiguamente, cuando en alguna casa de payés del Pirineo les iban bien las cosas atribuían su fortuna y suerte a los minairons ya que creían que sus habitantes poseían un canuto de agujas con estos seres en su interior.

Los tarteros de piedras (Els tarters de rocs)

La ruta la iniciaremos en la localidad de La Guàrdia d'Ares. Muy cerca de la entrada del pueblo, ubicados en el bosque de la Obaga de la La Guàrdia, se encuentran unos canchales (montón de piedras desprendidas) o “tarters de rocs” . Estos tarters son uno de los testimonios que quedan hoy en día que prueban la increíble fuerza de los minairons ya que, según cuentan, fueron ellos los que lo formaron con piedras gruesas y poco móviles, y pedruscos.

Esta “tartera de rocs”, como ya se ha dicho, fue construida por minairons por orden del mozo del heredero de la Borda del Feu de La Guàrdia d'Ares, Ton, cuando éste por ir fanfarroneando que guardaba el canuto de agujas que contenía los minairons lo abrió, a pesar de las advertencias de su dueño. Éstos, consecuentemente, le empezaron a exigir trabajo y él les ordenó, de manera imprevista, que cogieran todas las piedras que encontrasen y las acumularan al otro lado del barranco de la casa Feu, donde se encuentra actualmente.

A tan solo 12 minutos de La Guàrdia d'Ares se encuentra el núcleo de Taús, donde se ha localizado, en una zona llana en medio del bosque, una extraña e inexplicable tartera. Se cree que, también, fue obra de los minairons después de que alguien los liberara y les ordenara este trabajo con la finalidad de salvar la vida. Además, también fue en Taús, según narran las leyendas, donde vivió el último moro del país.

Añadir que todos los espacios y puntos que se describen en esta ruta están ilustrados con murales de cerámica.

En algunas zonas los minairons están muy relacionados con las tradiciones navideñas, como el Tió.

El dolmen de Biscarbó

El siguiente pueblo que visitaremos es el municipio de Biscarbó al que se accede por la carretera LV-5134. En los Pirineos, y concretamente en Les Valls d'Aguilar, la leyenda de los minairons no es la única que persiste.

En Biscarbó, por ejemplo, se explica que el dolmen que se encuentra en el Obac, conocido también por la gente del pueblo como la Llosa del Corralet, indica el punto donde habían enterrado un rey de Inglaterra que había muerto en una gran guerra que tubo lugar en el término de este pueblo.

Se dice que muchas personas han llegado a Biscarbó para visitar el dolmen y desenterrar un tesoro que, según cuentan, parece que se encuentra escondido, justamente, debajo del dolmen.

El dolmen de Biscarbó se encuentra en la cima de una sierra, para llegar a él se tiene que coger el antiguo camino que comunica con la localidad de la Torre. Desde este punto se puede disfrutar de una vista panorámica del Cantó y en su interior aún se pueden ver algunos fragmentos de la cerámica.

Antiguamente, los dólmenes se entendían como cabañas similares a las de los moros ya que la gente no entendía como se podían mover estas grandes piedras. Como en aquella época los moros eran tan temidos y se les atribuía una gran fuerza, creían que éstos las habían podido colocar fácilmente.

El misterio de las Encantadas

El siguiente pueblo que compone esta ruta de cuento es Castellàs del Cantó, en éste podemos reconocer quienes eran las Encantadas, otros seres fantásticos relacionados con el agua.

Castellàs es un núcleo que se encuentra drenado por el río de Castellàs. Por este motivo es probable poderse encontrar con alguna Encantada, únicamente, la noche de San Juan por los bosques en los que predominan los páramos, los arbustos y los pinos.

Además, para reconocer estos personajes tenéis que saber que las Encantadas, concretamente, eran mujeres muy y muy pequeñas que pasaban sus días escondidas en el fondo de los charcos de agua, exceptuando la noche de San Juan, cuando se atrevían a salir de ahí. Éstas dejaban los charcos durante una noche para lavar ropa, lo que estaba muy bién considerado por la gente del pueblo ya que era como un tesoro. Se dice que quién consiguiera una pieza de ropa del lavado de las Encantadas se aseguraba evitar la miseria en su casa.

Las otras leyendas, Argestues y Noves Segre

Para acabar la ruta y descubrir lo que queda de este mundo legendario realizaremos una última parada en las localidades de Noves de Segre y Argestues. El pequeño núcleo de Argestues, también llamado Argestugues, se encuentra situado en el valle del río Pallarols, podemos visitar la iglesia de Santa Coloma d'Argestues, que ha sido modificada desde el románico.

Las leyendas son unos instrumentos que nos permiten recordar fenómenos que tienen una explicación razonable y lógica. Éstas se han ido transmitiendo, en el tiempo, de generación en generación, lo que ha permitido que, hoy en día, estas explicaciones humanas hayan llegado hasta nosotros. De esta manera se explica, por ejemplo, la formación de las montañas de los Pirineos.

Cuenta la leyenda que Dios decidió que el mundo llano que existía hasta entonces sería abrupto. Así pues, cogió un saco lleno de piedras y lo lanzó allí donde le pareció. El saco pesaba tanto que, finalmente, se rompió y todas las piedras fueron a parar al mismo lugar, entre el Atlántico y el Mediterráneo. Así pues, cuentan que aquellas piedras crearon las montañas de los Pirineos.

Como hemos visto, Les Valls d'Aguilar con un gran número de estas narraciones que explican las historias de seres fantásticos o fenómenos extraños.