Un paseo por Tossa de Mar
Tossa de Mar es una población de la Costa Brava que tradicionalmente se ha dedicado al comercio marítimo, la pesca, la industria del corcho y, más recientemente, al turismo.
Hoy os invitamos a pasear por sus calles y plazas para descubrir lo que la ciudad nos esconde y también para ver de cerca la belleza natural y artística que nos ofrece en un entorno tan agradable como es éste.
Aprovecharemos para dar una vuelta por su historia y por las curiosidades que Tossa de Mar esconde y para descubrir qué ha pasado que la han llevado a ser la población que es hoy en día.
Para ello, comenzaremos desde el interior de la población para dirigirnos paulatinamente hacia la costa y también hacia la zona amurallada de Tossa, donde acabaremos observando y disfrutando del paisaje, aire y color que nos ofrece el mar.
La villa romana de los Ametllers
Comenzaremos por la parte más antigua que se conserva en Tossa y donde encontramos la villa romana de Ametllers, del s. I aC al s. V dC Se encuentra situada en la avenida del Peregrino, 5-13. Es una de las villas más importantes de la antigua provincia de Tarraco. Dedicada especialmente al cultivo de la vid y a la exportación de vino de gran consumo.
Consta de dos áreas bien diferenciadas: la pars urbana o zona noble del conjunto, y la pars fructuaria o zona de almacenes y procesamiento de los productos agrícolas.
Su situación en la vertiente oriental de la colina de Can Magí, de cara al mar y con un claro dominio sobre la bahía, condicionó la distribución del edificio.
La pars urbana o zona noble del conjunto, situada en el nivel superior, nos da fe de la magnitud de la villa a todos los niveles, especialmente en el s. II dC Elementos como el magnífico conjunto termal, los mosaicos, los estucos, el raro comedor de invierno, el ninfeo (fuente) o la piscina con el imponente conjunto escultórico de mármol de Carrara que se conserva en el Museo Municipal, nos hacen patente la excepcionalidad de la villa.
La pars fructuaria, ubicada en el nivel inferior, era la zona industrial. Allí se ubicaban los almacenes y las salas de procesamiento de los productos agrícolas. Se elaboraba vino, aceite, salazón y también se guardaban cereales.
Los estilos de hueso y de marfil, las cerámicas, las monedas o las fíbulas, que también se encuentran expuestas en el Museo Municipal, son un fiel testimonio de la vida cotidiana de la villa.
Estos tipos de villas combinaban a la perfección la explotación del territorio, que en el caso de la villa de los Ametllers abarcaba buena parte del actual municipio de Tossa, con el lujo y las comodidades de los propietarios. Cabe mencionar que la mayoría de las estructuras que se conservan actualmente son de época augustal, es decir, de finales del s. I aC los inicios del s. I dC
Casa de la Cultura
Justo delante de la villa romana de los Ametllers encontramos la Casa de la Cultura, situada en el Antiguo Hospital de San Miguel, que fue fundado en 1773 por el prohombre de la ciudad Tomás Vidal Rey, considerado un precursor de los indianos. Cuando volvió a Tossa, dedicó gran parte de su fortuna a la construcción de un hospital de caridad para los pobres de la ciudad.
El edificio, de dimensiones considerables, consta de un cuerpo rectangular de dos plantas ordenado en torno a un claustro. En uno de los laterales está situada la capilla dedicada a San Miguel. Cabe destacar la imagen de San Miguel del altar mayor, de factura barroca popular, obra del taller local de Casa Fuster.
Ahora ya nos dirigimos hacia la zona marítima y lo haremos pasando por las iglesias de la población.
Capilla e iglesia
Llegando a la plaza de la iglesia, llegamos a la Iglesia parroquial de San Vicente, de estilo neoclásico que se empezó a construir en 1755 y se terminó en 1776.
A pesar de ser un edificio sencillo, destaca el volumen de la nave central. Está decorada originalmente con altares e imágenes de estilo barroco popular, muchos de ellos procedentes del taller local de Casa Fuster, pero hay que lamentar la desaparición de este valioso patrimonio durante la Guerra Civil.
La pintura del interior ha sido recientemente restaurada y la iglesia ha recuperado parte de su antigua belleza y luminosidad.
En la calle del Socorro encontramos la Capilla de la virgen del Socorro, que fue edificada en el s. XVI.
Se cuenta que fue un exvoto del marinero Antoni Caixa en agradecimiento a la Virgen del Socorro por haberlo salvado de un naufragio, quien la construyó.
La capilla actual sufrió una remodelación en el s. XVIII que le dio la fisonomía actual.
Can Ganga, sede del Museo de la Mujer
Cerca de la Capilla de la virgen del Socorro encontramos Can Ganga o Can Leandro, que se encuentra situado en el barrio de sa Roqueta, que es el típico barrio de pescadores.
Se trata de uno de los primeros caseríos que se construyeron extramuros a raíz del aumento de población del s. XVI y es también un digno ejemplo de masía fortificada. Fue construido así porque en el momento de su edificación estaba aislado frente al mar y era presa fácil de piratas.
El edificio presenta un magnífico portal redondo, encima del cual un matacán evidencia la protección ante posibles incursiones de los piratas del norte de África. También destacan las ventanas góticas bellamente esculpidas con angelotes.
Ahora ya sí, nos dirigimos hacia el recinto amurallado, donde terminaremos la visita de la población.
Recinto amurallado de la Vila Vella
Declarado monumento histórico artístico nacional en 1931, el recinto amurallado de la Vila Vella es el emblema del municipio. Actualmente es el único ejemplo de población medieval fortificada que todavía existe en el litoral catalán. Construido a inicios del s. XIII, ha sido objeto de varias restauraciones, la más importante de las cuales se produjo el s. XIV.
Se conserva casi la totalidad del área perimetral original con muros almenados. La cerradura de muro distribuye cuatro torreones y tres torres cilíndricas rematadas por matacanes. Las torres más conocidas son la torre de Joanàs, que preside la bahía; la torre de las Horas, situada a la entrada del patio de armas, que debe su nombre a que era el único lugar donde hubo un reloj público, y la torre de es Codolar, también conocida como torre del Homenaje, que preside la playa de es Codolar.
El interior de la Villa Vieja es un espacio encantador de callejones estrechos con pavimento de guijarros. Se puede disfrutar aún del encanto de muchos ventanales góticos, bellamente historiados. En el momento de máximo esplendor (s. XV), la Vila Vella integraba unas ochenta casas. A partir del s. XVI la población se empezó a expandir fuera de la muralla hacia el barrio de sa Roqueta y siguiendo todo el borde del camino real. Cabe destacar el magnífico portal dovelado que da entrada a la Villa Vieja a través del patio de armas.
Del interior de la Villa Vieja, hay que hacer especial mención de la antigua iglesia de San Vicente. Esta iglesia de estilo gótico tardío se construyó en el s. XV, sobre la anterior iglesia románica, descubierta recientemente y fechada en el s. XI-XII. Tiene una sola nave, cabecera poligonal de tres cerraduras acompañada de una sacristía y una capilla lateral. Actualmente, sólo el ábside y la sacristía conservan la cubierta.
Museo Municipal
El Museo Municipal ocupa la antigua casa del batlle de sac o gobernador, el edificio más noble del recinto amurallado. Fue inaugurado el 1 de septiembre de 1935.
Recoge una importante colección de arte moderno, con obras de los artistas nacionales y extranjeros que frecuentaron Tossa en los años treinta del siglo XX, pero también obras anteriores y posteriores a esta época. Cabe destacar la obra El Violinista Celeste de Marc Chagall.
La sección arqueológica del subsuelo da fe de la presencia del hombre dentro de nuestro término municipal desde el paleolítico hasta la alta edad media. Tiene especial interés el mosaico del atrio de la Villa romana de los Ametllers, del siglo IV o V.
Faro de Tossa, un siglo de señales marítimas en la Costa Brava
El Faro de Tossa (1917) está situado en lo alto de Vila Vella y actualmente es sede de la exposición un siglo de señales marítimas en la Costa Brava.
Este equipamiento es un espacio de referencia para toda aquella persona interesada en obtener una visión concreta del mundo de las señales marítimas en nuestra costa.
El discurso nos acerca a la historia, a la tecnología y a los elementos sociológicos vinculados al mundo de los faros.
Tossa y los artistas
De hecho, fue a principios del s. XX cuando Tossa comenzó a adquirir relevancia como estación residencial y de veraneo. Esto hizo que por sus calles y playas se pasearan artistas de diferentes estilos.
En 1916 llegaron a Tossa de Mar la pintora georgiana Olga Sacharoff, su esposo Otto Lloyd y el pintor inglés Galwey. Durante la primera mitad de los años treinta, concretamente entre los años 1932 y 1936, llegaron a Tossa intelectuales y artistas multidisciplinares de diferente procedencia, tanto artistas catalanes como extranjeros convirtieron Tossa en su punto de confluencia.
Hubo escritores, críticos, filósofos, poetas, arquitectos, decoradores y escultores como Brignoni o Mm. Dem, pintores com Metzinger, Schulein, Kars, Masson, Petersen, Chagall, Goldberg, Lévy, Janssen, Kamp, Mac-Nab, Zügel, Kaminagai, Gen Paul, Klein, Caillard y mucho otros, teóricos de arte y demás.. Entre los artistas catalanes, cabe citar los escultores Enric Casanovas y Enric Monjo, y los pintores Pedro Créixams, Rafael Benet, Emili Armengol, Manuel Humbert, Oleguer Junyent y Perrin.
Así fue como, en esta villa marinera, se produjo una confluencia de vanguardismo de gran vitalidad, que nunca se había visto antes. Fue una época tan ecléctica que Rafael Benet calificó Tossa de "Babel de las Artes". No había una cohesión estilística, no se puede identificar el núcleo de artistas que trabajaron en Tossa con un solo estilo artístico, ni tampoco crearon escuela. Los artistas de la "Babel de las Artes", eran seguidores del fauvismo, del impresionismo, del neoimpresionismo, del expresionismo, simples amantes del paisaje y de sus posibilidades. Pero todos ellos coincidieron en el hecho de escoger Tossa para pasar temporadas.
El crítico de arte y pintor Rafael Benet señala entre las razones del fenómeno vanguardista que se produjo en Tossa: la potabilidad de la moneda, el malestar político europeo, el relativo buen precio de la vida y la proximidad de la frontera francesa. Por otra parte, el pintor catalán Pere Créixams, que fue uno de los primeros artistas que descubrieron Tossa, y uno de los que más la dieron a conocer y hacer amar a muchos pintores e intelectuales, actuó también como catalizador de los artistas internacionales que conocían de su etapa de París, coincidiendo con la efervescencia del vanguardismo de Montmartre.
Ava Gardner en Tossa
El año 1950 es una fecha que siempre formará parte de la memoria colectiva de Tossa. La primavera de aquel año, Tossa se convirtió en el escenario natural del rodaje de un film con actores de fama internacional: "Pandora y el holandés errante", de Albert Lewin.
La llegada de Ava Gardner, James Mason, Mario Cabré y de todo el equipo de rodaje revolucionó la tranquila vida del pueblo. La película se estrenó al año siguiente, en 1951 y esto dio un cambio de destino a Tossa.
Sesenta años después, todavía hay mucho que contar. El buen recuerdo que dejaron el equipo de rodaje y los actores en la Tossa de posguerra, es el denominador común de todas las anécdotas.
Pero más allá de lo que representó la filmación de la película, encontramos un hecho excepcional: la proyección de Tossa en el mundo a raíz de la promoción del filme. Esto supuso un antes y un después para la economía de la ciudad y por su transformación en destino turístico.
Como muestra de reconocimiento del pueblo de Tossa a la actriz, en 1998 se situó en un mirador de dentro del recinto amurallado de la Vila Vella una estatua de Ava Gardner, realizada en bronce y a tamaño natural por La artista Ció Abellí.
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