Ruta por el patrimonio de Guissona
El urbanismo de Guissona constituye en sí mismo un elemento patrimonial ya que la estructura del casco antiguo es el reflejo más claro de los últimos mil años de vida de la población con algunas pinceladas que apuntan a un pasado aún más remoto.
Partiendo de esta consideración, al margen de una serie de elementos singulares, hay que tener presente el interés de los viales y plazas que conforman el núcleo histórico de la ciudad. Así pues, siguiendo un sentido cronológico, haremos mención de los espacios y calles más características o destacadas de Guissona.
¡Empecemos!
La plaza de Capdevila es el primer elemento a tener en cuenta dentro de este recorrido por el patrimonio local. Actualmente, se trata de una plaza emblemática por el hecho de acoger la celebración de la verbena de San Juan. Este lugar se encuentra en el punto más alto de la población y sirvió para construir la torre fortificada, actualmente desaparecida, que fue el embrión del temprano núcleo medieval.
Alrededor de este espacio podemos encontrar las calles más antiguas de la población. Cabe destacar, en el lado norte, la calle del Gueto. Este vial, o por lo menos su nombre, recuerda la presencia más o menos consolidada de judíos en la villa durante la Alta Edad Media. En el lado contrario encontramos la calle de Sant Magí, con el Rincón de la Familia, una de las calles con más personalidad de Guissona.
Siguiendo el recorrido histórico, y sin movernos de la época medieval, cabe destacar la calle del Olmo. Este vial que conduce también a Capdevila cuenta desde el año 2012 con la plaza de San Felipe Neri en el espacio donde había una capilla moderna dedicada al santo. En el lado contrario encontramos la calle de la Fuente. Esta calle que arranca de un elemento tan destacado como son las fuentes del pueblo, cruza el Portal del Ángel y se dirige en pendiente hasta la plaza Mayor. A la mitad de su trazado, la vía se ensancha para conformar la plaza Pere Fages. Esta pequeña plaza actualmente recuerda a un personaje ilustre de la ciudad que llegó a ser el gobernador de la Baja California a mediados del siglo XVIII. En este mismo lugar, sin embargo, hace un tiempo se habría ubicado una picota o horca para ajusticiar a los condenados. Actualmente, hay que destacar la presencia de dos edificaciones de estilo novecentista-modernista. Una de ellas transformada en el Hotel Piteu recientemente.
Al final de la calle de la Fuente encontramos la plaza Mayor. Se trata de un espacio abierto rectangular presidido por la iglesia de Santa María en el este. Los otros tres lados están ocupados por residencias privadas que delimitan la plaza con un porticado del que se tienen noticias ya en el siglo XVII. En esta plaza, aparte de la iglesia, destaca la casa renacentista de la familia Erill construida entre los siglos XVI y XVII. Desde la plaza se accede a un pequeño vial, la calle Botigues, básico para el tejido comercial de la ciudad.
La calle Botigues desemboca en dos ejes igualmente importantes: las calles Bisbal y Fluvià. Ambos se empezaron a urbanizar en este momento aunque no llegarían a completarse hasta el período siguiente, en la Edad Moderna. Actualmente destacan por acoger la mayor parte del pequeño comercio local y por albergar edificios notables que se pueden situar entre los siglos XVII y XX.
De la Época Moderna y hasta el primer tercio del siglo XX, a nivel urbanístico, se debe tener en cuenta no sólo la edificación completa del espacio delimitado por las antiguas murallas medievales sino también por su superación, configurando los arrabales. Dentro de este periodo se dio la construcción del Convento de Santa Mónica y también la monumentalización de las Fuentes, entre otros. Ya entrando en el siglo XX se daría el empujón definitivo a este proceso de expansión urbanística, por este motivo, un aire de novecentismo y modernismo tardío domina este conjunto de vías que rodean el casco antiguo. Esta estética, se impondría también en el núcleo primitivo con la reforma de algunos edificios existentes y la reedificación de otros. Durante este momento se derribó el último palacio obispal ubicado en pleno casco histórico para dar paso a la creación de la plaza Obispo Benlloch y a la construcción del Ayuntamiento y el centro Católico. En la segunda mitad del siglo XX, antes del gran crecimiento urbanístico de las últimas décadas, se formaría la urbanización del espacio junto a las fuentes. Se trataba de una explanada de larga tradición que en este momento se configuraría como la plaza Vell Pla en relación a antiguos equipamientos como el hospital.
Durante la segunda mitad del siglo XX, Guissona ha vivido un gran crecimiento urbanístico que le ha llevado a multiplicar su extensión original sumando una gran cantidad de nuevas calles y plazas entre las que destaca la Rambla de los Segadores, la plaza de la Plana, la plaza del Mil·lenari y el Parque de Fluvià entre otros.
Elementos singulares. La huella del tiempo
Después de pasear por la historia de la ciudad a través de sus calles y plazas, hay que hacer mención a los elementos patrimoniales que ilustran este recorrido. Siguiendo, una vez más, un sentido cronológico hay que empezar el viaje a la antigüedad clásica, concretamente en el siglo II-I aC cuando la república romana fundaría una nueva población en este lugar. Los restos de este núcleo son visibles en el Parque Arqueológico de la Ciudad de Iesso. Se trata de un yacimiento arqueológico de más dos hectáreas en proceso de excavación que, año tras año, va dando nuevas pistas sobre cómo era la vida en Guissona hace dos mil años atrás. Hasta el momento se han puesto al descubierto restos de la entrada norte de la ciudad, parte de la muralla, un barrio de casas con una domus señorial, unos términos monumentales y una bodega tardoantigua. Todo el conjunto, sumando el Museo Eduard Camps y Cava, centro de interpretación de los restos, constituyen un equipamiento único en las tierras de Lleida.
El camino a través del patrimonio local sigue entrando en la Baja Edad Media a través de las Murallas medievales y el Portal del Ángel. En el límite del casco histórico frente a la plaza Vell Pla, parte de la antigua muralla resto visible integrada en las casas que limitan. Siguiendo el muro en dirección oeste nos conduce hasta el Portal del Ángel. Este es el único de los seis portales que daban acceso a la ciudad que se ha conservado. Vale decir que a lo largo de los últimos 30 años ha sufrido grandes transformaciones y que su fisonomía original sólo se ha conservado en la parte baja, en relación a las arcadas que propiamente constituían la puerta. Tanto la muralla como el portal deberían situarse en el siglo XI, cuando se dio la conquista de Guissona por parte de los condes de Urgell y el obispo de la Seo.
Dejando de lado algunos restos de la antigua iglesia que se han conservado integradas en el templo neoclásico, los elementos más destacados de la edad media que han llegado a nuestros días son tres pequeñas ermitas en las inmediaciones del núcleo actual. Se trata de las ermitas de San Romano, San Macario y San Pedro de los Pastores. Las dos primeras, según la documentación, habrían funcionado como iglesias de pequeños núcleos que con el tiempo han desaparecido. La tercera, según la leyenda responde a la voluntad divina, ya que una aparición milagrosa a unos humildes pastores así lo determinó. Las tres construcciones se habrían dado entre los siglos XI y XII con muchas reformas posteriores. De este mismo momento destaca la iglesia de San Miguel de Guarda-si-venes, núcleo agregado de Guissona. En esta capilla, de origen románico pero con elementos de transición hacia el gótico se venera una imagen de la Mare de Déu de la llet tardoromànica.
Siguiendo por los alrededores de Guissona pasaremos a la Edad Moderna para visitar la Obra de Fluvià. Este nombre sirve para identificar un palacio episcopal inacabado que hizo edificar la mitra de Urgell con Pere de Cardona a su frente. Se trata de un edificio tardogótico de gran interés que fue construido a inicios del siglo XVI. Dentro de este periodo cabe destacar también el Pozo de Hielo. Se trata de una construcción subterránea y cilíndrica del siglo XVII planteada para conservar el hielo del invierno y poder vender durante los meses de más calor.
Entre los siglos XVIII y el XIX se daría la urbanización de tres de los espacios más significativos de Guissona. Se trata de las intervenciones que dieron el aspecto actual a las tres principales fuentes de la ciudad. Fuera de la población encontramos la Fuente del Lago, convertida en un recinto de recreo. A continuación nos referiremos a la Fuente de la Salud o Fonteta, actualmente integrada en el paseo con el mismo nombre. Y finalmente, encontramos las Fuentes del Pueblo. Estas, como su nombre indica, se encuentran en relación directa con el núcleo histórico de Guissona y se corresponden con un conjunto monumental que cuenta con varios manantiales, dos lavaderos y un abrevadero, entre otros.
En el casco antiguo de la villa y en el siglo XVII hay que destacar San Felipe Neri, una antigua capilla que anexó a la Colegiata de Santa María y que después de haber sido abandonada, el año 2012 se transformó con una plaza.
Ya dentro de la época contemporánea hay que tener presente la Iglesia de Santa María. Se trata de un templo de grandes dimensiones dedicado a la Asunción de la Virgen. Este edificio de estilo neoclásico con cierto regusto barroco integra algunos elementos anteriores como son el campanario, la capilla del Santo Cristo y la de la Virgen del Claustro. Esta última se corresponde con la capilla de la patrona de la ciudad y ostenta un magnífico retablo barroco presidido por una talla de piedra de la Virgen del Claustro.
Para terminar el recorrido y ya bien entrados en la Edad Contemporánea se debe mencionar el conjunto de edificios construidos o reformados durante el cambio del siglo XX y que dan a Guissona un aire modernista-novecentista remarcable. Entre las numerosas muestras existentes cabe destacar cal Plataire, cal Piteu, cal Vaqué, cal Condomines, el Centro Católico y la Casa de la Villa.
Fuente: Ayuntamiento de Guissona
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