Ruta por el Valle de Camprodon

Las iglesias del Valle

Pasear por núcleos antiguos de montaña siempre es agradable. Da igual que sea verano o invierno, el calor refrescante de la montaña ayuda a pasar el buen tiempo, y el frío gélido del Pirineo hace disfrutar de los paisajes helados de los alrededores.

Esto acompañada de la arquitectura de las iglesias que suelen presidir estos núcleos, convierten estos lugares en espacios únicos y, a menudo, nos hacen pensar que han salido de un cuento.

Si empezamos por la población más septentrional del valle, nos tendremos que dirigir hacia Espinavell donde encontramos la iglesia de la Virgen de las Nieves de Espinavell. Esta obra arquitectónica data de finales del siglo XVII y se caracteriza por tener un campanario cuadrado, similar al románico catalán que encontramos en el Valle de Boí, aunque está decorado con unas aberturas poco habituales.

Si continuamos la carretera, la próxima parada será Llanars. Allí encontraremos la iglesia de San Esteban de Llanars que fue construida durante el siglo XII. Tiene varios elementos destacables en su construcción: por un lado, la herrajes del portón y todo el conjunto que conforma la puerta principal, por la otra, la construcción de dos capillas en los laterales que le han cambiado la forma de la planta convirtiendola en cruz latina, a pesar de tener una sola nave. Sin embargo, el elemento más destacable de la iglesia es, sin duda, la pintura sobre madera que hay en el altar de la iglesia y que es la única que encontramos en la comarca.

Continuando el camino llegaremos a Vilallonga de Ter. La iglesia de San Martín es la que ha recibido más modificaciones de las tres que hemos citado. Aunque su construcción data del siglo XII, son las modificaciones posteriores las que le han dado el aspecto actual son del siglo XVIII. Pasó a ser una iglesia de una sola nave, con una cubierta de bóveda ojival y un ábside recortado y un puñado de capillas adosadas a los laterales.

Los pequeños núcleos urbanos

Si lo miramos con perspectiva, se podría considerar que casi todos los núcleos urbanos del Valle de Camprodon son pequeños. Ahora bien, si nos acercamos, veremos con detalle cómo no todos se pueden poner en el mismo saco y por eso necesitamos discernir algunos por encima del resto. De hecho, si empezamos nuestro periplo por las pequeñeces del valle todo se verá diferente...

Si nos situamos de nuevo en la parte más septentrional del valle, nos volvemos a encontrar en Espinavell, allí donde está la iglesia de la Virgen de las Nieves que corona el conjunto de casas que no conforman ni una calle. Se encuentran situadas en una pendiente áspera y de forma escalonada.

Para ver los otros núcleos pequeños hay que trasladarse hacia el término municipal de Vilallonga de Ter donde encontramos los núcleos de La Roca, Abella y Tregurà. Cada uno de estos núcleos tiene su peculiaridad. Para descubrirlas nos dirigiremos a La Roca donde podemos ver construidas un conjunto de casas adosadas en un gran peñasco, junto a los restos de lo que fue el Castillo de la Roca. Estas casas también están construidas de forma escalonada en la parte más soleada del peñón.

El próximo núcleo donde nos detendremos será Abella. La construcción de sus casas es del todo curiosa ya que se encuentran agrupadas en 4 formaciones de formas irregulares y separadas entre sí. Desde este punto se està cerca del Valle de Ribes de Freser y del Valle del Ripollès.

Para terminar la visita a los pequeños núcleos, nos dirigiremos a Tregurà. De entrada debemos saber que Tregurà se divide a su vez en dos núcleos: Tregurà de Arriba y Tregurà de Abajo. Su ubicación, a más de 1400 metros de altura, ofrece una gran vista del territorio a todo aquel que se adentra a pasear por su encantador entramado.

Camprodon y sus entornos

Camprodon es uno de los términos más grandes del valle. Además, engloba núcleos de población como Beget, Rocabruna, la Colonia Estevenell y otros núcleos diseminados.

Su origen se debe a la construcción del Monasterio de San Pedro y al derecho de mercado que le fue concedido en el primer cuarto del siglo XII.

Esto hace que sea un núcleo con mucha historia y elementos arquitectónicos de épocas pretéritas, como son las zonas de veraneo de las personalidades acomodadas de Barcelona. Con todo, no tienen nada que envidiar a su belleza natural.

Los magníficos entornos de la población dan pie a un gran número de rutas desde este punto, además de dar a conocer un buen número de  fuentes que concentra esta población, destacando la Fuente de San Patllari donde se celebra una comida acompañado de música y agua del Ter y que hace sisfrutar a los más jóvenes.

El núcleo de Beget se encuentra situado en un alodio, cerca del río que lleva su nombre. En su término encontramos una iglesia románica donde podemos ver la virgen de Beget de unos 2 metros de altura.

El núcleo de Rocabruna está dominado por los restos del castillo de Rocabruna, situado en la zona sur del territorio, aunque el núcleo se encuentra en la parte alta del río Beget, que en este punto también se le llama río Rocabruna.

Las cumbres del valle

Como todo valle, el valle de Camprodon está rodeado de varios picos. Entre ellos, se encuentra el Puig de Pastuira, el Puig de Fontlletera, el Balandrau o sierras como la Sierra Cavallera y las montañas de la Alta Garrotxa.

Puig de Pastuira se encuentra situado entre el municipio de Setcases y el de Vilallonga de Ter y tiene una altura de 2.354 metros.

Puig de Fontlletera forma parte de la sierra de El Catllar, fronterizas entre los valles de Camprodon y de Ribes. Su cima de 2.851 metros separa el Balandrau por el collado del Tres Picos.

El Balandrau es la montaña por antonomasia de la zona, gracias a los 2.585 metros de altura de su cima y que, a la vez, separa los valles de Camprodon y de Ribes.

La Sierra Cavallera consta de varios picos. El más alto es el Puig Estela, de 2.013 metros; el siguiente es la Piedra de los Tres Bisbats con 1.899 metros; luego está el Puig del Pla de las Pasteres de 1.894 metros; y, finalmente, el puerto de Pal con 1.779 metros.

Leyendas del valle

Las leyendas son comunes en el valle de Camprodon. Las hay para narrarr la historia de pueblos, iglesias y otros elementos de la zona.

Una de las destacables es la leyenda de Setcases que explica el origen de su nombre. Aunque no se sabe si es cierta, la leyenda cuenta que la familia de un padre y sus siete hijos fueron a la montaña - lugar donde no habían estado nunca- a pastar su rebaño de ovejas.

Cuando ya llevaban un buen trecho de camino, comenzó a nevar. Los siete hijos, como no habían estado en ninguna montaña no sabían qué era la nieve, preguntaron a su padre -que era ciego- que eran aquellas motas blancas que caían del cielo.

Su respuesta no fue muy esperanzadora, ya que el padre preveía que esa nieve continuaría cayendo y cubriría toda la hierba y entonces las ovejas no podrían comer y se morirían, por lo que el padre tomó la decisión de volver a bajar hasta donde encontraran un saúco florido.

En el punto donde lo encontraron, los hijos se sintieron muy cómodos y cada uno de ellos construyó su propia cabaña. Alrededor de aquellas siete cabañas es donde se instalaron las primeras casas del pueblo que conocemos con el nombre de Setcases.

Otra leyenda cuenta como llegaron los restos de San Patllari al monasterio de San Pedro de Camprodon.

Parece ser que unos frailes viajaron a un pueblo de los Alpes a robar los restos del santo. Los escondieron en una barrica que cargaron en un burro y retornaron hacia España. Cuando llegaron a la altura de Camprodon, el burro no quería avanzar y después de mucho estirar, el monje lo dejó allí. El burro fue deambulando por la población, pasando por la iglesia del Carmen y la de Santa María, hasta que llegó al monasterio de San Pedro, donde se quedó, junto con los restos del santo.