Hemingway en Tortosa durante la Guerra Civil
Ernest Hemingway fue un novelista estadounidense que ganó el Premio Pulitzer y el Premio Nobel de Literatura en 1954.
A lo largo de su vida tuvo diferente contactos con la guerra, ya que en 1918 se alista en la Cruz Roja y conduce ambulancias en Italia durante la Primera Guerra Mundial, trabaja de periodista, publica y también vive aislado de la sociedad urbana.
Durante la Guerra civil española trabaja como corresponsal de guerra y llega a Tortosa el 4 de abril de 1938 para cubrir la defensa de la zona del Bajo Ebro ante el avance de las tropas franquistas: "A las dos de esta tarde, Tortosa era una ciudad casi demolida, evacuada por la población civil y sin ningún soldado. Veinticuatro kilómetros más arriba se luchaba encarnizadamente para proteger Tortosa, el objetivo fascista en su avanzada hacia el mar." Y se convierte en uno de los últimos cronistas en abandonar el terreno de la Batalla del Ebro.
Su última crónica fue el 18 de abril de 1938, cerca de Amposta y escondido detrás de un campo de cebollas contiguo a la carretera de Tortosa y dice: "El Delta del Ebro tiene una tierra buena y rica, y donde crecen las cebollas, mañana habrá una batalla ". Marcha de España a finales de 1938 y vive largas temporadas en Cuba. Muere por suicidio en Estados Unidos en 1961.
Ernest Hemingway es conocido por sus libros y su estilo de vida aventurero y apasionado.
En esta ruta os proponemos un paseo por los espacios de Tortosa donde estuvo cubriendo la guerra el escritor.
Refugio número 4
En la calle Hemingway encontramos la entrada del refugio antiaéreo número 4, uno de los más de veinte refugios construidos en Tortosa para proteger a la población civil de los bombardeos aéreos.
Desde el final de la Primera Guerra Mundial se propaga el concepto de guerra total, según el cual las guerras no distinguen el frente de la retaguardia. En Tortosa, la Junta de Defensa Pasiva reacciona con la ubicación de baterías antiaéreas y la construcción de refugios antiaéreos aprovechando la orografía de la ciudad.
El refugio número 4, construido bajo el talud del barrio del Algarrobo comunicaba con otro refugio situado al final de la calle Teodoro González. Tenía una capacidad para 400 personas y era el mayor refugio de Tortosa. Se trata de un sistema de galerías de un metro de ancho por dos de alto, excavadas en terreno arcilloso y guijarro redondeado con pavimento de tierra y que han sido revestidas con ladrillos y hormigón.
Por su parte, la Generalitat de Catalunya, mediante el Consejo de Sanidad de Guerra, estableció un eficaz servicio de propaganda con instrucciones en caso de ataque aéreo, uso de los refugios u organización sanitaria.
15 de abril de 1938: 54 Toneladas de bombas
La plaza de los Baños, uno de los pocos espacios urbanos que quedan del antiguo barrio de pescadores de Tortosa, fue completamente destruido por la aviación italiana. Su historia se remonta a los orígenes portuarios y mercantiles de la ciudad.
Los objetivos perseguidos por la aviación eran los puentes, la estación de ferrocarril, la central eléctrica y los talleres dedicados a la industria de guerra, situados principalmente en Ferreries. Las zonas más castigadas serán los barrios de Pescadores y de Ferreries, los alrededores de la estación y los puentes.
Entre el 23 de febrero de 1937 y el 30 de diciembre de 1938, Tortosa sufrió 77 ataques aéreos que causaron 92 muertos y decenas de personas heridas. El ataque más destructivo fue el 15 de abril de 1938, Viernes Santo, cuando la ciudad recibió 12 ataques aéreos, que soltaron más de 54 toneladas de bombas.
La crónica de Ernest Hemingway "Bombing of Tortosa" se ha convertido en uno de los textos más emblemáticos de su cobertura sobre la Guerra civil española: "Encima de nuestras cabezas, el cielo alto y sin nubes, flota tras flota de bombarderos volaba con estrépito sobre Tortosa. Cuando dejaron caer el repentino fragor de sus cargas, la pequeña ciudad a orillas del Ebro desapareció en una creciente nube de polvo amarillo. El polvo no llegó a posarse, ya que acudieron más bombarderos y, finalmente flotó como una niebla amarillenta sobre todo el valle del Ebro".
Por la noche de ese día, Hemingway hará una reflexión terrible que nos ayuda a captar el momento: "Había muchas razones para dejar Tortosa y dirigirse a Barcelona, incluyendo la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad".
Plaza de la República
La plaza de Alfonso XII cambió de nombre durante el período de la Segunda República y pasó a llamarse plaza de la República. En el centro había una estatua del obispo Ros de Medrano que fue derribada en 1932 por un alboroto antirreligioso como reacción al golpe de estado del general Sanjurjo.
A partir de los primeros bombardeos, que solían ser nocturnos, la población opta por dormir fuera del casco histórico: los arrabales, los diseminados o las masías de montaña. Con el tiempo, las familias se instalan de manera permanente y sólo irán a Tortosa para trabajar o para comprar. La guerra avanza y el mes de marzo de 1938 se intensifican los ataques aéreos sobre Tortosa.
El 12 de abril, las autoridades militares republicanas ordenan la evacuación total de la ciudad. El ayuntamiento de Tortosa se traslada al pueblo del Perelló. Una vez evacuada la población civil, los soldados republicanos serán los únicos habitantes de la ciudad. Un soldado republicano acantonado en Tortosa recuerda como: "En la mayoría [de casas] todavía estaba la mesa de comida y los platos preparados, con comida completamente podrida, y eso nos indicaba que aquella gente habían tenido que abandonar las casas con mucha precipitación y seguramente sin haberse podido llevar nada que pudiera servir después"(Joaquín Company, Seis años fuera de casa).
Por su parte, la población tortosina se distribuye por la zona agrícola de las cercanías de Tortosa. Sabemos donde se refugiaron gracias al libro de defunciones del Registro Civil donde consta el lugar de la muerte de las personas mayores y enfermas. Las circunstancias no fueron fáciles: alimentación insuficiente, condiciones higiénicas precarias, hacinamiento y enfermedades infecciosas, como el tifus o la gastroenteritis.
El mercado municipal
En el tramo de la actual avenida de la Generalitat, avenida del Generalísimo hasta 1981, encontramos el Mercado municipal (1887) que también fue afectado por los bombardeos y durante la reconstrucción pierde parte de los elementos decorativos de la fachada. El Mercado simboliza las dificultades para avituallar la ciudad.
Las autoridades establecen un precio reglamentario de venta para las mercancías y la obligación de obtener autorizaciones para sacar víveres de la ciudad. Hay multas a lecherías por venta de leche adulterada y multas a las pescaderas del Mercado por no tener las pesas de las balanzas con los pesos reglamentarios. En octubre de 1907 se produce una gran riada que supuso la pérdida total de la producción agrícola de invierno. La situación es crítica y se prohíbe la salida de comestibles de Tortosa sin la autorización de la Delegación Municipal de Abastecimiento.
La evacuación de la ciudad en abril de 1938 obligará a la población a encarar la vida en las montañas con ingenio y resignación. En algunos casos, la maña, la posición económica o el oficio del padre contribuyeron a aliviar la situación de las familias. La cuestión alimentaria se agravó: el racionamiento se recogía en el municipio del Perelló a unos 20 km de Tortosa, pero muchas familias se alimentaban gracias al canje, al rancho de los soldados o a las incursiones en las huertas cercanas al río.
La ciudad, una gran trinchera
El espacio donde se ubicaba la antigua lonja medieval y que fue trasladada piedra a piedra al Parque municipal en 1933 se encuentra en la orilla izquierda del río y el barrio de Ferreries se encuentra en la orilla derecha.
Las tropas franquistas ocupan Ferreries el 18 de abril de 1938 y el ejército republicano se quedó en la orilla izquierda. El Ebro separa los dos ejércitos y la ciudad se convierte en frente de guerra durante nueve meses. Franco renuncia a apoderarse de Tortosa y aplastar el ejército republicano, enormemente desgastado, y apoderarse de Barcelona, donde permanecía el gobierno de la República, lo que hubiera precipitado el fin de la guerra. Tortosa será un frente tranquilo.
En las casas abandonadas, los soldados acantonados encontraron alimentos y ropa de abrigo. Pero no sólo los soldados aprovecharon la situación. Para evitar mayor saqueo, se estableció un control en la plaza del Rastro que impedía la entrada a la ciudad a todos aquellos refugiados en las montañas que querían ir "a casa" para buscar comida.
El patrimonio arquitectónico también sufrió los estragos de la guerra como lo atestiguan los restos de la iglesia de los Dolores en la plaza de los Dolores. Aunque una parte del rico patrimonio artístico tortosino había sido quemado y saqueado al principio de la guerra, al evacuarse la ciudad el grueso del Tesoro de la Catedral y los archivos fueron llevados a Barcelona. Sin embargo, el Tesoro de la Catedral, donde destacan el relicario mayor de la Virgen de la Cinta (1619) o el cáliz del Papa Luna (siglo XIV), no volverá a Tortosa una vez terminada la guerra. Parece que fue trasladado a Francia durante la Retirada y de allí embarcado a México para ayudar al mantenimiento de los exiliados republicanos.
Los puentes volados
Junto al río, en la antigua calle Barandilla de Río, observamos el puente del Estado por donde pasaba la carretera nacional. Detrás estaba el palacio Oliver de Boteller, destruido durante la guerra, cuya fachada fue trasladada piedra a piedra en 1962 al lugar que ocupaba el antiguo ayuntamiento medieval en la calle Doctor Ferran.
Tortosa disponía de tres puentes sobre el río Ebro: el puente del ferrocarril, el puente del Estado y el puente de la Cinta. Este último puente no se reconstruyó una vez acabada la guerra y, actualmente, su pilastra central sirve de peana al monumento erigido por Franco en 1966 para recordar a los muertos durante la Batalla del Ebro.
Los puentes eran el principal objetivo de los bombardeos aéreos, pero existe confusión entre las fechas y la autoría de su destrucción. Parece que el bombardeo del 15 de abril afectó la estructura del puente del Estado, tal y como relata Hemingway: "Así, cuando nuestro coche llegó a Tortosa y el guarda nos dijo que los bombarderos habían volado el puente y que no podíamos pasar, fue lo tan temido desde hacía tanto tiempo y tantas veces que casi no nos afectó más allá del sentimiento que ahora había pasado realmente (...). El puente del ferrocarril todavía aguanta y no hay duda de que se construirá un puente de pontones, pero esta es una mala noche para la orilla oeste del Ebro".
Los italianos en Ferreries
Ferreries era el barrio que albergaba las industrias militarizadas, como la fundición Salas, que fue trasladada a Vic para evitar ser destruida por los bombardeos.
El campanario de la iglesia del Rosario, de estilo neorrománico, fue utilizado para situar ametralladoras, durante su reconstrucción perdió 12 metros de altura.
Con las tropas franquistas a las puertas de la ciudad, los puentes de Tortosa fueron volados por los dinamiteros republicanos en una acción destinada a detener la progresión del ejército de Franco por la orilla izquierda. Los soldados italianos del Corpo Truppe Voluntarie de Mussolini ocupan Ferreries el 18 de abril de 1938: "A las ocho de la tarde, cinco carros de combate han sobrepasado Roquetes y han llegado a Tortosa, en 'La misma Tortosa', como dicen los españoles, han llegado al puente de hierro que había sido volado una hora antes. Tortosa ha sido ocupada y el río divide la ciudad en dos partes."
Cruzando el río
La plaza del Paiolet es uno de los pocos espacios abiertos de la antigua fachada fluvial de Tortosa. Terminada la guerra, se construyó una calzada para los coches delante de la fachada fluvial, lo que transformó la fisonomía de la ciudad.
Las tropas franquistas ocupan la orilla izquierda de Tortosa el 13 de enero de 1939 y el ejército de Franco atraviesa el río entre las 6 y las 7 de la mañana, pero sigue hacia el Perelló sin dejar ningún soldado en la ciudad. No hay puentes y la travesía del río se hace en barcazas. Los camiones con provisiones pasan por un puente en Mora de Ebro.
Las primeras acciones de los ocupantes consisten en entregar alimentos a la población hambrienta y atemorizada para ganarse su adhesión. La ciudad carece de todo y el retorno se hace progresivamente. "Nosotros, como no habia ninguna casa habitable, cuando se hizó de noche, nos volvimos otra vez a las montañas. Aquí no habia ni luz, ni agua, ni gas... "(José Monllaó Panisello Llaonet, Diario Español 01/13/1954)
El retorno
En la plaza del Ángel, uno de los centros neurálgicos de Tortosa, se encontraba originariamente la fuente gótica que ahora se encuentra adosada al Palacio Oliver de Boteller situado en la calle del Doctor Ferran.
La población, refugiada en las montañas, vuelve a la ciudad donde se encontrarán las casas inhabitables y los bienes saqueados. Pero no todos vuelven y el casco histórico de Tortosa pierde más de 2.000 habitantes.
El patio del Convento de la Purísima hará las funciones de prisión provisional previa al internamiento en prisión de Pilatos de Tarragona. Durante la represión franquista hay que añadir que, alcaldes, concejales, médicos, religiosos y los ciudadanos de derechas fueron asesinados durante los primeros meses de la guerra. Las heridas de la Guerra civil en Tortosa tardarán mucho en cicatrizar. La rehabilitación moral de las víctimas será una larga tarea.
Tortosa ha sido capturada por el General Franco que se ha encontrado una ciudad desolada y destruida y sin señales de vida. Con esta victoria, Franco aísla Barcelona, la capital democrática, de Valencia y Madrid. Para algunos, este representa el último capítulo de la Guerra Civil.
La reconstrucción
La plaza de España es un espacio donde se evidencía la tarea y el estilo de la reconstrucción de la ciudad, que es una plaza porticada de formas castellanas.
En enero de 1939 una comisión gestora municipal se hace cargo del gobierno de la ciudad y se inicia la actividad reconstructiva.
El estado de Tortosa era catastrófico, alrededor de 3.000 edificios presentaban algún tipo de destrucción. De los edificios nobles, excepto los Reales Colegios, que sirvieron para recluir a los ciudadanos de derechas, ninguno se salvó de los bombardeos. La sillería del Coro de la Catedral, de estilo renacentista, fue afectado por un bombardeo; la Catedral presenta una clave de bóveda con un escudo preconstitucional y un total de 600 edificios fueron irrecuperables: "Todas las calles estaban llenas de escombros y de cascotes. En muchas casas, por medio de éstos, se podía entrar por el primer piso. Además hacía un frío intensísimo y el río estaba a punto de desbordarse". (José Monllaó Panisello Llaonet, Diario Español 01/13/1954).
La tarea de reconstrucción física de Tortosa se prolongará hasta finales de los años 1950; la superación del trauma vivido por la población tardará más en conseguirse.
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